Altura literaria

Jesús Hoyos
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El actor Pedro Casablanc llega este jueves al Principal con su obra 'Torquemada', adaptación de un Galdós al que «hay que seguir leyendo». Considera fundamental empatizar con sus habituales personajes fríos o villanos

Un momento de la representación de ‘Torquemada’, obra teatral en la que Casablanc interpreta todos los personajes. - Foto: Bravo Teatro

Conocido por interpretar con maestría personajes fríos y apáticos, a menudo villanos, Pedro Casablanc atesora más de tres décadas como actor de teatro, cine y televisión. Natural de la ciudad marroquí de Casablanca -de ahí su pseudónimo-, llega este jueves al Principal (20,30h) con la obra Torquemada, una función en clave sarcástica que critica la sociedad de consumo reflejada en la figura del usurero y en la que es el protagonista absoluto.

Se trata de la adaptación de una tetralogía «no demasiado leída» de Benito Pérez Galdós, novelista y cronista para el que solo tiene elogios. «Su lenguaje tiene una altura y complejidad literaria muy rica que se está perdiendo en la comunicación actual. Retrata la sociedad de la época y la actual; nuestro comportamiento es parecido al que se ve en Torquemada, Fortunata y Jacinta o Misericordia», comenta a Diario Palentino. No es de extrañar, por tanto, que considere «fundamental» seguir leyendo a Galdós. «Para conocernos».

El lenguaje literario del teatro le atrae muchísimo, dice, «porque parece el último reducto de la palabra hablada y culta».  Por eso, aprenderse un monólogo de 35 páginas es difícil y un reto. «Lo asumo con placer porque la variedad de personajes es divertida y el público lo recibe con  aceptación», reconoce. En esta obra interpreta varios. Algunos, como Rafael Águila, «odioso y podrido de envidia», es parte ya de su repertorio de personas apáticas, frías o villanas a las que ha encarnado en las tablas y en la pantalla.

Subraya que siempre hay que «agarrar a esos personajes desde la humanidad». «No nos queda más remedio que empatizar con ellos y hacerlos humanos para no llegar a la caricatura y el estereotipo», añade. Considera un error «absoluto» que otros actores no los interpreten «porque creen que se va a vislumbrar su auténtica personalidad. El actor está para representar todo».

Recientemente la crítica ha valorado positivamente sus incursiones en otros géneros, como El universo de Óliver, en el que interpreta a un «abuelo mágico». «Hay directores como Alexis Morante que toman el riesgo de cambiar la visión que el público tiene de mí. Estoy contento de haber estado en este proyecto; son pasos que das en tu carrera», asegura. 

Se toma su trabajo artístico como algo «artesanal, que hay que hacer con cuidado y estudiando mucho». «Es importantísimo saberse bien el papel para poder jugar con él: Lo fundamental está en el guion. Esto lo han dicho actores que admiro como Anthony Hopkins», subraya. «Todo tipo de mística posterior que el actor quiera imponer creo que sobra. Si un guion está bien escrito y tú haces un trabajo de composición y de añadir matices es una forma honesta de abordarlo», opina.

Su dominio de varios idiomas -francés, inglés y árabe- le ha facilitado tener presencia internacional en películas de directores como Steven Soderbergh o John Madden: «Actuar en otra lengua no me saca de la zona de confort. El idioma es otra máscara más». 

Aunque considera el teatro -en el que lleva desde los 15 años- su «escuela y entrenamiento», se queda con el audiovisual porque «es más cómodo, te da más reconocimiento y la posibilidad de crear cada día un personaje y situaciones distintas».

La actuación siempre ha sido su vocación. «Que esto era lo mío es algo que se sabe, como el amor. Es donde me encuentro cómodo, aunque sea una carrera difícil, exigente y, a veces, injusta», concluye.

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