Tradiciones que se viven, sienten y defienden en familia

Rubén Abad
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El Bautizo del Niño para Niños fue un rotundo éxito. Cientos de chavales de todas las edades participaron en la procesión y pedrea infantil

La plaza Mayor se llenó el sábado de palentinos de todas las edades, especialmente niños, a propósito de la celebración del Bautizo del Niño para Niños, una bonita y entrañable forma de crear cantera y de poner en valor una de las tradiciones más bellas de cuantas tienen lugar en la capital durante las fiestas navideñas.

No era Año Nuevo, pero casi como si lo fuera. Decenas de palentinos arroparon al Niño Jesús en procesión por el centro de la ciudad hasta su llegada triunfal sobre los hombros de cuatro menores que bailaron y portaron la pequeña talla hasta los pies de la casa consistorial, donde se recreó la celebración palentina por excelencia en cada Navidad. 

Fue una fiesta especial por varios motivos: por el buen ambiente que allí de respiro durante los sesenta minutos largos que duró el acto, por la defensa de lo propio frente a otro tipo de celebraciones importadas desde otros países  y, sobre todo, por la enorme implicación de los niños en esta apuesta para la mañana del día de Nochebuena de la cofradía del Dulce Nombre de Jesús.

Tradiciones que se viven, sienten y defienden en familiaTradiciones que se viven, sienten y defienden en familia

El grupo de dulzaineros Tarekus fue el encargado de poner música a un evento en el que también hubo tiempo para una exhibición de bailes tradicionales a cargo de la Agrupación Folklórica El Zascandil, así como la sección infantil de cofrades junto al recién creado grupo de danzas. 

Para cerrar el acto, como no podía ser otra manera, la plaza Mayor entonó al unísono el Ea como preludio a una pedrea de caramelos con la que se clausuró esta emotiva tradición que la ciudad recuperó tras los momentos más difíciles de la pandemia de la covid-19.

EN FAMILIA

Los palentinos disfrutaron del Bautizo del Niño para Niños con los suyos. Hasta la plaza Mayor se acercaron padres, abuelos con sus nietos e incluso familias enteras para dar cuenta en primera personas de una tradición que se vive, siente, respeta, difunde y promociona desde la cuna.

A todos ello se dirigió desde el escenario de la plaza Mayor el alcalde, Mario Simón, que acompañó a los cofrades del Dulce Nombre de Jesús en esta entrañable fiesta que quedará para la posteridad y que sirvió para abrir boca de cara al día de Año Nuevo. 

El programa incluye una misa solemne en la iglesia de San Miguel a las 12 horas, oficiada por el obispo. A las 16,45 horas llegará el rosario y renovación de las promesas del Bautismo seguida de la procesión por el interior del templo mientras suena el Ea. Ya en el exterior se sumarán la Banda de Música y las danzas, finalizando con la pedrea de caramelos.