Una 'roca', líder de la nueva era

Diego Izco (SPC)
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Araújo, con la bandera de su país, festeja la Supercopa. - Foto: AHMED YOSRI (reuters)

«Araújo golpeó la mesa y advirtió al Real Madrid con una frase que ya adoptó el Barcelona». Ese era el titular del Observador de Montevideo al día siguiente del último clásico, el que coronó al Barça en la Supercopa de España… y al 'gigante' uruguayo como uno de los nuevos líderes espirituales de la transformación del equipo catalán. ¿La frase? Un grito eufórico camino al vestuario: «¡Es el comienzo de una nueva era!».  

Para llegar a ese punto, al de convertirse en el estandarte del cambio que el Barça necesitaba, Ronald Araújo ha tenido que trabajar con pico y pala. No nació con el don del juego, ese que toca con una varita a los elegidos (a pesar de que nació en Rivera, localidad que comparten Uruguay y Brasil), pero sí se enamoró de él. Desde que se inició en el Huracán de su localidad, en unas instalaciones en las que su madre vendía dulces, se veía que unos tenían mejor técnica, otros más aptitudes, otros más visión de juego… pero pocos su determinación y capacidad de trabajo.  

El pequeño Araújo lo intentó inicialmente como delantero, y con esa carta de presentación llamó a la puerta de Peñarol, el equipo de su alma… pero recibió un «no» contundente como respuesta. «No posee ni la altura ni la habilidad suficientes como para jugar en punta», fue el diagnóstico de los técnicos. Asumió el golpe con una mezcla sentida de dolor y naturalidad: abrazado a Dios -su padre forjó la profunda cristiandad del muchacho-, no era cuestión de resignarse, sino de encontrar su lugar en la vida… y en el campo de fútbol. Forjó su carácter inquebrantable y optimista a base de golpes que se convirtieron en oportunidades.      

El defensa

Fue así como encontró primero y desarrolló después sus habilidades defensivas, las que le llevaron al Rentistas de Montevideo (donde conoció a Sergio Cabrera, su padre futbolístico y actual representante). En la capital celeste, Ronald alcanzó en 2017 los espectaculares 191 centímetros que hoy luce y logró su billete definitivo a la élite de la mano de Boston River, aunque lo mejor estaba por llegar: el 29 de agosto de 2018, penúltimo día del mercado de fichajes, el Barcelona abonó 4,7 millones de euros al combinado verdirrojo para incorporar al zaguero a su conjunto filial. Firmó un contrato de cinco años con una cláusula de rescisión de 100 millones que se convertirían en 200 su lograba dar el salto al primer equipo… algo que terminó sucediendo rápida y naturalmente.

La ascensión ha sido meteórica: Ernesto Valverde lo convirtió en un asiduo de los entrenamientos con los 'mayores', el cuerpo técnico no tuvo dudas cuando había que elegir entre él o el francés Jean-Clair Todibo, Ronald Koeman le dio la oportunidad en la máxima categoría y Xavi Hernández lo ha convertido en el estandarte de esa nueva era azulgrana, la que empieza a reconstruirse desde la defensa. 

Toda revolución necesita líderes pasionales. Ahí encajan perfectamente tipos como Gavi o Araújo, los que no dejarán jamás de pelear en las malas, contagiarán en las buenas y se convertirán en ídolos de masas por tal actitud. El central 'charrúa', camino de los 24, capitanea la defensa menos goleada de las cinco grandes Ligas, es hoy uno de los centrales más cotizados del planeta (valorado en 60 millones de euros, Transfermarkt solo otorga más valor a Josko Gvardiol, Rubén Días, Matthijs De Ligt, Marquinhos y Fofana)… y puede presumir de ser los pocos que han frenado tres veces consecutivas a Vinícius. Desde que Xavi lo 'inventó' como lateral derecho, el Barça acumula un 1-8 con el Real Madrid: el 0-4 del pasado curso en el Santiago Bernabéu, el 0-1 de pretemporada del último verano y el 1-3 de la Supercopa de España... donde, dice Ronald, comenzó la llamada «nueva era».