Trío de juezas

Jesús Hoyos
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Tres jóvenes palentinas -Carmen Medina, Marina Bueno y Marta Campo-, han aprobado las oposiciones a la primera con un tiempo de preparación muy inferior a la media. Comparten su experiencia

Trío de juezas - Foto: Óscar Navarro

Han estudiado juntas Derecho en la UVa, se han presentado por primera vez a las oposiciones de judicatura y han aprobado tras apenas dos años de preparación cuando la media es de casi cinco.

Carmen Medina, Marina Bueno y Marta Campo, las tres nacidas en 1997, serán juezas una vez superen el período de aprendizaje que ahora encaran en la Escuela Judicial de Barcelona.

Para Carmen, dedicarle «mucho tiempo efectivo» es la clave, al igual que respetar los descansos. «El secreto es estudiar, confiar en ti y tener mucha fuerza mental», afirma. Se trata de una oposición «muy memorística», con 325 temas y 300 plazas entre jueces y fiscales para 4.300 opositores en su convocatoria. 

Medina ha llevado «mal» el último año de preparación. «Íbamos a contrarreloj. Vida social, lo mínimo e imprescindible para despejarte, recargar pilas y seguir», explica.

«Antes del examen creo que nadie piensa que va preparado. Cuando sacas las bolas es cuando realmente confirmas que te lo sabes. Nos preparamos para la exposición oral y poder salvar cualquier imprevisto que pueda surgir», subraya. El mismo día les dicen el resultado. «Idealizas ese momento durante la preparación y, cuando llega, la vida sigue. Se trata de un logro común junto a familia y amigos porque, sin su apoyo tanto económico como emocional, sería imposible», reconoce.

Tras conseguir algo que para ella era vocacional, toca pasarlo bien con amigos, en un bar, en una ruta por la montaña o en grupos de voluntariado. Las expectativas ante el nuevo período son de «aprender el ejercicio real y disfrutar de Barcelona». 

Hicieron el examen en el Tribunal Supremo, «un lugar que infunde absoluto respeto», reconoce Marina Bueno, quien siempre ha creído en el Derecho «como una herramienta útil para solucionar conflictos humanos». En su caso, venía de familia. «La justicia ha estado muy presente en mi casa porque mi padre es abogado», apunta.

«Ha sido una preparación exprés. Lo he vivido con mucha tranquilidad porque lo estaba dando todo. Dedicar unos años de mi vida, que creía que iban a ser más, lo he visto como una oportunidad», declara.

Marina Bueno asegura que «hubiera sido imposible sin el apoyo de los preparadores», una figura muy importante de la que destaca su «seriedad y compromiso». 

Cuando supo el resultado, sintió que era una victoria personal, «pero también familiar». «Es de las cosas más bonitas que hemos vivido juntos», reconoce.

Asimismo, se muestra agradecida por la educación pública que ha recibido, al igual que Carmen y Marta. «La formación intelectual, capacidad de sacrificio y espíritu crítico no se consigue con dos años de oposición. Se adquiere desde la niñez y hay que cultivarlo», asevera Marina Bueno.

De la escuela, considera que será importante «tomar contacto con la realidad social», un pensamiento que comparte Marta Campo, natural de Guardo, a quien el paso por la universidad y las prácticas le reafirmaron en su interés por ser jueza. 

«Nos hemos ahorrado el desgaste psicológico de quien lleva 5 o 6 años opositando», comenta. A pesar de ello, el segundo año fue «muy duro porque hay más presión», aunque «la adrenalina te permite estudiar mejor».

Cree que tener templanza y nervios de acero delante del tribunal es imprescindible. «No hay que ir con miedo», asegura.

Al recibir la noticia, lloró de felicidad y para liberar la tensión. Ahora, Barcelona «será un cambio de chip donde toca aprender a aplicar el Derecho o saber qué implica enviar a alguien a la cárcel». 

Con su experiencia, dan un último consejo  conjunto a quien quiera opositar. «Es clave haber hecho una buena carrera, ser responsable y llevar todo al día».