Ilia Galán

Ilia Galán


Bosques y campo tecnológico

17/01/2022

¡Cuántas veces no he de patalear con mil enojos por el uso de tecnologías que no entiendo o fallan! Páginas donde los datos no entran, sistemas que nos hacen perder el tiempo... Pero también ganarlo. Queramos o no, en muchos casos hemos de aprender a manejarnos de cara al futuro y por eso leo que se gastarán seis millones de euros en conectar con fibra óptica más de ciento treinta municipios solo en Palencia. El ministerio bien sabe cómo de esencial es estar bien conectados en la nueva era de la información, pues saber, conocer, es útil también para cultivar o criar ganados, es útil para todo. 
Da miedo depender de estos sistemas que no controlamos y que parecen controlarnos y bueno es lograr momentos liberados, de mensajes, de teléfonos, mirando la naturaleza, con uno mismo, ante Dios, desnudo de trastos... Pero los robots van avanzando y quien no sepa usarlos quedará en desventaja ante tantos, no seamos tontos. Conviene actualizarse en lo que de bueno nos ofrecen los ordenadores donde, por otro lado, estas letras ahora mismo escribo y envío a una velocidad de vértigo. También leo aquí mismo, estando otra vez en la Universidad de Oxford, durante algunos meses, Diario Palentino, y veo que sacan incluso un Erasmus forestal. El gran humanista no podía imaginar un mundo como el nuestro... Los estudiantes cambian de país y aprenden las técnicas para el cuidado de los bosques, comprendiéndolos. Así pues, se da la aporía de que, cuanto más tecnología más se quiere recuperar la naturaleza pura, como vi en EEUU, en Nueva Inglaterra, pues los bosques habían tomado el lugar de los antiguos pastos y campos de labranza, ya que con menos se saca más, o bien se importa de otras regiones más productivas, donde más compensa sembrar.
Hogares con ventanas triples que aíslan de fríos o calores; la electricidad en los tejados o con molinos de viento se produce; los aparatos facilitan la limpieza, cocinar, las comunicaciones... Pero vivir sin conexión de vez en cuando también es útil, nos libera de la dependencia técnica: leer en papel junto a la chimenea un buen libro... ¡qué delicia!