La cuenta atrás de 'La ladrona de huesos'

María Albilla (SPC)
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Siete días tiene Laura, la protagonista de la última novela de Manel Loureiro para robar las reliquias de Santiago, en una trepidante aventura que se desarrolla en el Camino y que se convierte en una peregrinación por toda su intensa vida

El autor posa delante de la Catedral de Santiago, uno de los escenarios clave de su última novela

A primera vista podría parecer complicado establecer una relación entre el Camino de Santiago, un grupo de espías de la KGB rusa, el terrorismo yihadista y la película Ocean's Eleven, pero la magia de la literatura hace que todo pueda suceder entre las páginas de una novela y eso es lo que pasa en La ladrona de huesos, el último título del escritor gallego Manel Loureiro.

Siete trepidantes días tiene por delante Laura, la protagonista de la obra más ambiciosa del autor, que ya atesora más de ocho títulos bajo su rúbrica. Una semana para lograr un ambicioso objetivo: robar los huesos del apóstol de la cripta de la catedral de Santiago de Compostela y, lo que es más complicado todavía, reconstruir a lo largo del Camino toda su vida. 

Un atentado en México borró la memoria de la protagonista que lucha por recuperar su esencia, quién fue, para construir la persona que será. Y desde ahí parte el peregrinar de la joven guiada por la pluma de Loureiro, que ha firmado sin duda su historia más ambiciosa y «la mejor hasta ahora», según detalla el propio autor a los pies de la Torre Berenguela, en Santiago de Compostela, uno de los escenarios de la novela en el que pasan «cosas muy importantes» para el desenlace de esta historia.

Con el entusiasmo rebosante de quien sabe que los planes le han salido bien, este abogado gallego que colgó la toga hace años rendido a la escritura, nos acompaña en el tramo final de la ruta jacobea, desde el Monte do Gozo hasta la Catedral de Santiago, el lugar donde todas las piezas ya prácticamente han encajado y donde Laura hará frente a su némesis, a su bestia negra, a la persona que ha marcado su vida y donde logrará soltar todos sus nudos.

Loureiro se zambulle con La ladrona de huesos en un thriller con el que mantiene al lector en tensión a lo largo de cuatrocientas y pico páginas. «Me gustan esos libros que cuando van a terminar lees más lento para que no se acaben o los que te gustaría que tuvieran 100 páginas más», explica. Porque ese es su objetivo, atrapar al lector en una lectura entretenida. «Quiero que se lea por puro placer».

Pero ¿en qué cabeza cabe robar las reliquias del santo más santo de España? El autor asevera que la idea de llevarse los huesos en la mochila le rondaba desde hace muchos muchos años... aunque no cogió forma hasta 2019.

 «Yo estudié aquí, viví en Santiago durante siete años y había una cosa que hacía a menudo. Mi casa estaba en la parte vieja de la ciudad y cuando iba a la Facultad en invierno, que aquí llueve mucho, atravesaba la Catedral para no mojarme. Era como un atajo natural. Pasaba de la plaza de la Azabachería a la de Platerías cruzando el transepto. Al ser una Catedral peregrina es una de las pocas que no tienes que pagar para entrar y cada vez que hacía el recorrido me llamaba la atención que apenas había nadie. Me podría haber llevado el cepillo y nadie me habría visto. Me daba una sensación total de impunidad», explica. Sus sospechas se vieron refrendadas años más tarde cuando la realidad superó a la ficción y un electricista robó el Códice Calixtino y millones de euros acumulados a lo largo de años de donativos. «Entonces surgió la chispa y pensé que si es tan fácil que esto suceda en una catedral, qué es lo que no puede pasar en una iglesia pequeña», agrega. 

Laura se convirtió en la mujer ideal para canalizar esa idea peregrina y emprender una aventura por la Ruta Jacobea en clave de thriller. «Nunca se había contado una historia de espías, de robos imposibles, de mentiras y descubrimientos ambientados en este entorno», explica. El Camino -que con la boca pequeña reconoce que no ha realizado-, se convierte en la excusa para unir pizcas de Ocean's Eleven, Jason Bourne y Dan Brown, meterlas en una coctelera y «plantarlo en un contenedor tan improbable como la ruta jacobea. Tenía todas las posibilidades de que esto explotara, sin embargo, es una historia que funciona como un cañón porque, en el fondo, lo que nos importan de las historias no es dónde transcurren sino lo que sucede y cómo afecta a los protagonistas», explica con la vehemencia del autor al que se le ha colado por los dedos una trama en la confía.

La lectura de La ladrona de huesos es ágil y rápida y se desarrolla en un juego de tiempos entre el presente y el pasado para tejer la vida de unos personajes que verán cómo su destino cambiará en siete días, sobre todo el de Laura. Y es que, bajo una tapa con franjas de colores que recuerdan las primeras películas de James Bond, Loureiro explota su lado femenino o, más bien, se pone en la piel de la mujer que ha elegido como protagonista porque le atrae la forma de pensar de su género opuesto, el instinto y la intuición que tienen ellas. «Es que sois muy listas», concluye.

El gallego reitera el ritmo que tiene esta novela. ¿Lo podríamos llamar ritmo audiovisual? «Sí, pero esto me lleva a una reflexión», concreta. «La literatura evoluciona y los gustos literarios también. El jinete polaco de Muñoz Molina no tiene nada que ver con La familia de Pascual Duarte y esta no guarda relación alguna con lo que escribía Benito Pérez Galdós. Cada época tiene su manera de narrar historias porque somos hijos de cómo nos comunicamos. Micromensajes, microimpulsos, la época del ya, ya, ya... Esto es lo que estamos viviendo ahora. Que alguien preste atención durante casi 500 páginas es un reto. Así que te tienes que centrar en receptores que quieran una lectura pausada y tranquila o abrir el libro a cientos de miles de personas que entienden la literatura como entretenimiento y a quienes les tienes que poner las cosas fáciles sin hacer un Teo va a la granja, claro», bromea. Porque un thriller es para Loureiro como una partida de cartas que juega con el lector y hay lectores que «son perros viejos». Por eso cuenta con ello y está dispuesto a ser más tahúr todavía. «Los lectores siempre van a intentar adivinar tu jugada antes de que tú se la resuelvas», explica. 

Siempre, Galicia

No es nuevo en la obra de Manel Loureiro que aparezca Galicia como telón de fondo. Lo hizo en La puerta y repite escenario ahora. «Me siento muy cómodo porque lo conozco bien», asegura y, además, está encantado de ser embajador de su tierra y no solo eso, también de serlo de España en cualquier parte del mundo a la que llegue su voz o su letra.

Aunque La ladrona de huesos es una gran apuesta de la editorial Planeta, el autor no pierde de vista su origen literario, ya que empezó escribiendo en un blog. «A veces me parece que aquello fuera la vida de otro», relata ahora mientras se le acumulan los libros que dedicar y firmar. «Entonces no sabía hacer las cosas como hoy. He ido aprendiendo a contar historias por el camino y ha sido un viaje maravilloso. A veces echo un poco de menos aquellas sensaciones», rememora sentado en la escalera que lleva al campanario de la Catedral de Santiago. Antes de llegar ahí, hemos tenido el privilegio de seguir los pasos de Laura Plaza, de Fernando Zepeda, de Mijaíl Tarasov y Guennadi Volkov, entre otros personajes, en unas trepidantes persecuciones que nos llevan por las galerías de la seo e, incluso, a recorrer el tejado del edificio. Desde ahí, a vista de pájaro, se aprecia cómo van llegando intermitentemente peregrinos. Todos ellos empezaron el Camino con un objetivo, como lo hace Laura. Todos ellos viven una experiencia vital única, pero solo algunos pocos lograrán volver a casa con una vida nueva, igual que la protagonista.

Qué difícil resulta hablar de una novela de suspense sin desvelar los detalles y giros literarios que atrapan entre las páginas. Necesitaré su perdón si le he desvelado algún detalle. El del resto de mis pecados lo conseguí en este viaje al atravesar, con Laura y con Manel, la Puerta del Perdón.