Dice Tiburcio que lo de la 'España Vaciada' es un concepto que está bien, pues de alguna forma había que resumir lo que está pasando en los pueblos de nuestro amplio territorio. Es el caso concreto de la comunidad con muchísimos municipios, pequeños y dispersados. Entendiendo también que las soluciones para paliar la despoblación y la falta de servicios es compleja por parte de quienes tienen la responsabilidad de resolver un problema que sufre gran parte de la vieja y veterana Europa. Reflexiona, del mismo modo, sobre la papeleta que tienen sobre la mesa los ayuntamientos, pues la mayoría deben hacer encaje de bolillos con los ajustados presupuestos municipales que manejan, a lo que hay que sumar que tampoco dan con la tecla los que andan un poco más aliviados con los fondos de sus arcas presupuestarias. Sin embargo, se congratula de aquellos que deciden jugársela. Tal vez porque han descubierto que se puede sacar provecho de los recursos propios y que a veces pasan desapercibidos por estar ahí, desde siempre, restando importancia al vital papel que pueden desarrollar de cara al futuro sostenible de un espacio que se desangra a marcha forzadas. Y es posible, añade, que estemos ante el último empujón para evitar que todo se vaya el traste, sin solución ni remedios. Porque es cierto que se ponen en marcha medidas, leyes y ayudas. Algunas de gran calado y otras de lenta e imprecisa ejecución material. Así, aplaude ejemplos que empiezan a despuntar en su comarca cercana, propiciados en algunos casos por colectivos que abogan por una militancia entregada, como si fueran los últimos de Filipinas, alegando que han decidido quedarse en el terruño contra viento y marea. Algunos de ellos hablan también de controles que debieran trabajarse a corto y medio plazo para evitar que la 'vaciada' se convierta en la 'saqueada'. Como un termostato medidor de ciertos productos del campo, regulando los bienes que ofrecen montes, valles, arroyos y veredas. Que se acoten los productos de la madre tierra, que se explique que el patrimonio natural, aun siendo de todos, tiene dueños. Estaría bien. Que resulta muy triste ver cómo -una minoría- arrampla sin conocimiento de causa. Pocos, está claro. Esquilmados, no.