Jose Luis Ibarlucea

Jose Luis Ibarlucea


¡Malditos!

15/07/2022

Forma parte de lo políticamente correcto el intentar cambiar el relato de nuestra historia, donde las víctimas tienen que aparecer como verdugos y los que pretenden destruir el orden constitucional como salvadores de la patria. Pero siempre he pensado, aunque sea de forma hiperbólica, que en la historia sólo figuran los canallas, los delincuentes, los imbéciles... La nariz de la Piedad de Miguel Ángel es destrozada a martillazos y quien entra en la historia, no son los que se han sobrecogido por su belleza, sino el imbécil que cometió el atentado. Vamos, que Pierre Bayle en su Diccionario histórico y crítico no iba desencaminado cuando en cada ciudad y personaje ponía lo más abyecto. Es decir, que miles de hombres y mujeres viviendo una vida normal constituyen las cenizas anónimas de la historia, mientras que dos criminales, que llenaron Europa de cadáveres durante la Segunda Guerra Mundial son los que aparecen en la historia: Stalin y Hitler. En el País Vasco posiblemente suceda lo mismo, los criminales de ETA aparecerán en el relato, pero las víctimas serán lo desconocido de la historia.
Soy un hombre de orden y siempre cumplo las leyes, aunque sean inicuas; pero cultivo un profundo escepticismo sobre aquellos que ejercen el poder, sea este del tipo que sea. En esta situación, sólo me siento libre adoptando la misma postura del infeliz y desgraciado Edipo; mirando hacia dentro para no ser presa de la ira y ofendido por transformistas y tahúres que, o han torturado, robado y matado, o justifican a estos por poder y dinero.
A este proceso de adaptar las leyes a traidores y canallas sin escrúpulos se añade el hecho de intentar crear mitos en este zoo de monstruos. Es curioso que se construyan mitos de santos, héroes, deportistas... pero no se construyan mitos de funcionarios y gestores. Estos últimos son insectos como Gregorio Samsa, el protagonista de la Metamorfosis de Kafka, y estos son algunos de la materia oscura y anónima de la historia. Pero seguramente los asesinos de Miguel Ángel Blanco terminarán como héroes, tendrán una calle en su pueblo y una entrada señera en el diccionario de la historia de España. ¡Miserables y malditos los que están llevando a cabo esta labor!