Un pequeño milagro

SPC
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El colegio La Inmaculada de Armenteros (Salamanca) acoge a casi un centenar de niños de un orfanato ucraniano, ahora reducido a cenizas por las bombas, del que pudieron escapar in extremis

Imagen de un grupo de los menores ucranianos acogidos en el colegio salmantino. - Foto: David Arranz (Ical)

Voces, carreras, algún que otro balonazo. La jovial algarabía que acompaña indefectiblemente a cualquier reunión infantil, masiva o íntima. Algunos niños pueblan el campo de fútbol, algo irregular, pero de césped natural. El partido es un 'correcalles', como mandan los cánones del patio. Otros pelotean en la cancha exterior de fútbol sala y, más allá, otros pocos lanzan a canasta, aprovechando un pequeño tramo asfaltado que queda en sombra. Mientras, al filo del mediodía, el cielo del Campo Charro irradia un brillo primaveral que invita a comerse el hornazo en pleno Lunes de Aguas. Eso sí, nada del ensordecedor ruido de las bombas rusas, ni de la lluvia de metralla que aún pronostica 'la meteorología' tras las fronteras ucranianas.

«El rescate fue rápido. Unos 30 minutos. Estaban dispuestos en fila y los metimos a todos en autobuses para escapar hacia la frontera». Son palabras de Conrado Giménez, fundador y presidente de la Fundación Madrina, artífice del rescate de 87 niños que residían en un orfanato ucraniano, en pleno asedio de los bombardeos por parte de tropas rusas. «Llevábamos el pensamiento de que era posible que algunos de nosotros no sobreviviéramos», relata Giménez, confesando que, en el seno de la misión, acordaron que «quien lograra salir con vida» de Ucrania, prometía llevarse consigo a los niños. Tras un largo y peligroso viaje hasta los confines del país, un avión militar, fletado por el Ministerio de Defensa, les llevó a bordo hasta suelo español.

Ayer, 25 de abril, se celebra la Pascua ucraniana. «Es un día de resurrección», comenta el presidente de Madrina. Los 87 niños disfrutan ahora de la paz de un pequeño pueblo salmantino donde se erige el colegio La Inmaculada, en cuyas instalaciones ya residen. También juegan y aprenden junto a otros muchos niños de procedencias muy diversas: brasileños, guineanos, senegaleses. La integración, según dicen, está marchando sobre ruedas. «¡Sííííí!», habría gritado el resto al ser preguntado si quería que un puñado de pequeños que huían de la guerra en el este de Europa se convirtieran pronto en sus compañeros.

Alfonso Fernández Mañueco saluda a un niño durante su visita. Alfonso Fernández Mañueco saluda a un niño durante su visita. - Foto: David Arranz (Ical)

Estamos con vosotros.

«Estamos con vosotros». Con estas palabras verbalizó ayer el presidente de la Junta,Alfonso Fernández Mañueco, el apoyo de la Junta al pueblo ucraniano ante la «brutal invasión, injustificada a todas luces». Una mano tendida que mostró durante su visita ayer a los 87 niños del orfanato ucraniano acogidos en el Colegio La Inmaculada de Armenteros, en la provincia de Salamanca. El acto escenificado por el mandatario autonómico sirvió, en esencia, para dar las gracias a quienes hicieron posible este rescate, impulsado por la Fundación Madrina, que ha logrado traer a España a este grupo de niños, y alejarlos así de las bombas rusas, y para mostrar, según Mañueco, «lo que es el pueblo de Castilla y León», es decir, «solidario, acogedor y generoso», según informa la Agencia Ical. El presidente de la Junta desveló que, de hecho, «el orfanato ya no existe», y aseguró, por lo tanto, que el traslado de los niños a este colegio salmantino es un motivo de «satisfacción profunda». «Castilla y León es una tierra desprendida», definió, antes de incidir en el reconocimiento a la Fundación Madrina y al Colegio La Inmaculada por haber hecho posible este «pequeño milagro». «Quiero agradecer vuestro trabajo, vuestro sacrificio y haber puesto en riesgo vuestras vidas», expresó.