El desayuno es una comida a la que apenas prestamos atención cuando lo hacemos en casa. Fuera de casa es otra cosa; si quedamos para desayunar, el acto social lo eleva a otra categoría, y en la cafetería o en el bar convertimos ese café rápido quizás con alguna pieza de bollería, galleta o similar, en un momento para disfrutar del pincho de tortilla, el pan con tomate, la tostada o el croissant, el zumo… mucho más enriquecedor. Y si estamos en un hotel y tenemos el desayuno concertado, entonces ya podemos vivir una pequeña experiencia disfrutona; bollería, fruta, chacinas… somos así, y 'como está pagado'… se nos van los ojos y acabamos comiendo más de lo que nos apetece o levantándonos varias veces para tener hasta incluso momentos de gula. En los hoteles, cuando tengo un poco de tiempo, hay varias cosas que me gusta desayunar sobre el resto de la oferta. La primera es un huevo frito, no sin la frecuente desazón porque para encontrar un buen huevo frito hecho al momento hay que sufrir en muchas ocasiones que estén ya cocinados un rato antes, que los hagan a la plancha, que se frían en aceites reguleros, que no esté el aceite suficientemente caliente y se queden más soasados o cocidos que fritos, pero de vez en cuando lo conseguimos. Y la segunda es una caracola, con un poco de crema inglesa, fina, crujiente y ya si es hojaldrada pone punto final a un buen desayuno.
Lo de los zumos es otra historia, qué difícil disponer de un zumo de naranja recién exprimido, con sus pequeños trocitos de pulpa, y cuántas jarras de zumos envasados de melocotón, piña, alguna fruta exótica… Lo que ya cansa a uno como viajero es lo del café; depende del destino al que vaya, hasta en ocasiones he escogido alojarme en un hotel en vez de en otro por la calidad del café que sirven en el desayuno. De la misma manera que a veces ante una reserva en un restaurante, hay sitios en los que no vuelvo a entrar por el pésimo café que ofrecen. Con la gran rentabilidad que supone el café para un hostelero, que este sea mediocre o directamente imbebible me molesta cada vez más. Así que en mi desayuno preferido, los imprescindibles son un zumo de naranja, un buen huevo frito, una caracola y un café para disfrutar. ¿Y en el suyo?