Exaltación de la tradición en Baños de Cerrato

César Ceinos
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La décima quinta edición de la Matanza del Cerdo de la localidad evoca las antiguas reuniones familiares para sacrificar al animal

Las sopas de ajo calentaron el cuerpo de los asistentes antes de la hora de comer, al igual que el orujo. - Foto: Óscar Navarro

Día de exaltación de las tradiciones en Baños de Cerrato. El gran protagonista fue, por décima quinta ocasión, el cerdo, pero en la fiesta de la matanza también hubo espacio para las sopas de ajo, el orujo con pastas y las danzas regionales. Esta mezcla volvió de nuevo a dar buen resultado y los vecinos y visitantes que se acercaron ayer hasta la plaza de Castilla de la pedanía de Venta de Baños disfrutaron de una jornada muy entretenida, tanto evocando las antiguas reuniones familiares en torno al animal como degustando platos de la gastronomía popular.

Esta cita festiva, que estuvo organizada por el Ayuntamiento venteño y contó con la colaboración de la Asociación de Vecinos SanJuan de Baños, la Asociación Mujer Rural Santa Bárbara, la Diputación y Cerealto Siro, arrancó  a mediodía con el rito de la matanza.  En esta ocasión, Dimas Estrada, del colectivo vecinal, explicó que las tareas las llevaron a cabo entre una decena de personas y que el animal pesaba unos 200 kilos. Tras ser sacrificado en privado, fue chamuscado y limpiado ante la mirada de los asistentes.

Algunos de ellos, incluso, no perdieron la oportunidad y decidieron sacarse una foto junto al ejemplar, que estaba colgado en una escalera apoyada en una farola. «Es una tradición de nuestros padres y de nuestros abuelos que no debería de perderse nunca. Los niños ya tienen asumido que tienen que venir a la matanza», aseguró el presidente de la asociación, Pedro Alonso, que también se vistió con la camisa negra de faena.

De manera paralela, sonaron los primeros compases gracias a los dulzaineros venteños, que hicieron un pequeño pasacalles en torno al gorrino y los puestos de los vendedores del mercadillo de artesanía y productos de alimentación. Más tarde fue el turno de las jóvenes integrantes de la escuela municipal de danzas, que, con castañuelas en las manos, recordaron los bailes de la tierra. Los espectadores, por su parte, saborearon unas sopas de ajo que sirvieron para calentar el cuerpo antes de la hora de comer.

Por la tarde fue el turno de la merienda a base de lomo, panceta, chorizo y morcilla. Los 750 tiques estuvieron a la venta durante los días anteriores a la celebración, pero los más regazados pudieron comprar su ración durante la matanza, según explicó la técnico municipal de Cultura Vanesa García. Además, se habilitó un hinchable para los más pequeños en horario vespertino y hubo tiempo para otra actuación, esta de Zoolopotroko, y el sorteo del cerdo. Por su parte, el alcalde de Venta de Baños, José María Acero, también destacó la importancia de mantener estas tradiciones y actividades «en pueblos pequeños comoBaños».