Dionisio Lamas Muñoz

Tribunal Libre

Dionisio Lamas Muñoz


Consuelo

16/12/2022

Consolar a quien necesita preferentemente ser atendido en circunstancias extremas, como en cualquier oportunidad que pueda ofrecerse en bien de la paz, el equilibrio mental y la salud, es justicia espiritual, es hacer justicia al corazón y a la mente oprimida por la angustia, el llanto y la humillación, provocada por quienes creen estar en posesión de la verdad, y solo ofrecen mezquindad en sus vidas y en sus obras.
El hombre o la mujer disponen de recursos psicológicos y capacidad intelectual suficientes para hacer maduras reflexiones desde el silencio y la soledad, creándose a sí mismos la oportunidad de hallar consuelo, desde el crecimiento cultural y espiritual, cuando los momentos aciagos y difíciles hacen su presencia en sus vidas.
En momentos inexplicables del devenir humano, el hombre o la mujer necesitan ser consolados, precisan un impulso, urgen el aliento necesario para seguir viviendo, requieren esperanza, ante los fracasos que sobrevienen a la injusticia humana y social.
El consuelo es confortar a quien yace en la extenuación, después de recibir los zarpazos hirientes de otros semejantes que solo aportan a la historia la maldad de los infiernos, por su codicia, su falsedad y su egoísmo. En el camino hay otros semejantes de rostro dulce y angelical que ofrecen paz en medio de la violencia, sostienen a quien sucumbe.
Son inmensos los instantes en los cuales la persona pide ser ayudada, necesita una mirada, una sonrisa, una palabra, y eso es consolar, estar en el punto de encuentro para que el desaliento que impregna el ser corpóreo y el estado anímico, pueda resurgir y adquiera la energía precisa a través del consuelo, dejando atrás los fracasos, las desventuras, con sus huellas de ansiedad, depresión y acoso.
Consolar es mostrar atención, sin mirar la condición del hombre y de la mujer, ni las filosofías, ni las religiones, porque la vida del ser humano forma parte de la divina, esencia del carácter del Altísimo.
El ser humano pide el concurso de otros semejantes para triunfar desde el consuelo, y ante los momentos difíciles en los que la oscuridad no encuentra el amanecer, o la luz del día. El consuelo siempre es fraterno, solidario y colmado de bondad.