Toyi Marcos Sosa

Desde mi ventana

Toyi Marcos Sosa


Compartir frigorífico

05/06/2022

Una parte de España dice no querer al actual Jefe de Estado, la otra, la mayoritaria, manifiesta querer  un presidente de Gobierno de condición responsable. Y entre medias de esto, andan los ministros que van a su aire. Eso sí, mandar, mandan mucho hasta lo que la plebe debe comer, vestir, soñar... y llegamos a lo de compartir electrodomésticos por aquello del impacto ambiental, aunque evadiendo las muertes de civiles, daño material, hambre y contaminación que causan las guerras imperialistas.  
Compartir lo poco, que lo mucho es individual y de unos pocos,  me recuerda al inicio de  los años 60 del pasado siglo en que recalé en Barcelona. Los tiempos eran otros y muchas familias para poder pagar sus pisos se ayudaban con el alquiler de las habitaciones. Tuve la suerte de encontrar una familia maravillosa que llegó a ser, y aún lo es, como la mía propia en la calle Felipe II-Meridiana. En aquel piso de cuatro habitaciones, tres estaban ocupadas por seis chicas. Pagábamos 500 pesetas al mes, el equivalente a tres euros. Pero había algo que la señora Pilar, que así se llamaba nuestra generosa patrona, no consentía y era que nadie más que ella abriera la nevera. Tal vez resulte extraño, pero tenía su explicación: aquella nevera de un blanco amarillento no disponía de un conector que actuara mediante electricidad. De dimensión no muy grande, casi cuadrada, con cuatro compartimentos. El de la parte baja se encargaba de mantener el frío, pues era el portador del trozo de hielo que cada tarde, al regreso del trabajo, el padre de familia recogía como otras muchas familias en una nave de la cercana calle Espronceda. En los pueblos había fresqueras y el pozo que refrescaba el vino, pero allí, en la Barcelona industrial, eso de hacer cubitos de hielo en casa, al menos para algunas familias tardó en llegar.
Compartir entre vecinos electrodomésticos son ideas geniales que generan «muchísimas ventajas». No problem. Son fruto de épocas pretéritas como aquellas 'entrañables' letrinas de madera vecinales colocadas en una parte de la escalera. Ejemplos a miles haylos y a este paso cangrejero, todo se andará.