El Arenteiro venía de una racha de tres victorias y un empate. En las doce últimas jornadas sólo había cedido ante los dos primeros, Adarve y Pontevedra. En este año no conocía la derrota lejos de casa, siendo la última el 5 de diciembre del pasado 2021 en el campo del Coruxo. Un duro hueso, sin duda. Posiblemente, el equipo con más rigor táctico que haya pasado en esta temporada por La Balastera y con jugadores de una endiablada velocidad.

Rubén puso su equipo de Gala. Con Guillermo defendiendo los palos, arropado por Silva y Sellés en los laterales y Abel y Gallego en el eje de la zaga. Bueno  como ancla, teniendo por delante a Diego creando juego, con Álvaro y Edu en la bandas, y Adri y Frodo, arriba. Una especie de 1-4-1-3-2.

Sucedió lo peor que podía pasar ante un equipo de las características del Arenteiro, que recordaba a los de la época de Alfonso del Barrio en el desaparecido Palencia: rigor táctico, disciplina, pegada. Los gallegos supieron aprovechar una de las debilidades de los morados, las jugadas defensivas de estrategia, y se adelantaban a las primeras de cambio.

Con el 0-1, el cuadro orensano tiró la línea defensiva unos metros atrás, llevados por el veterano central  Pol Bueso, siendo el segundo entrenador en el campo. Cada vez que el balón pasaba del centro del campo, el Arenteiro convertía cada metro cuadrado en un campo de minas, rodeando tres-cuatro hombres al poseedor del balón. Defendían muy juntos, con una separación entre los dos velocísimos puntas y la defensa de quince metros, funcionando como un acordeón. Orden, presión, velocidad. Así maniataron al Palencia Cristo Atlético en la primera parte. Tanto, que los de Gala ya no es que no tirasen entre los tres palos, sino que no generaron situación de peligro alguna. A veces, daban la sensación de impotencia, de no saber cómo romper ese entramado defensivo visitante.

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