Rendidos a la Reina y Madre de la Montaña Palentina

Rubén Abad
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Más de 4.000 devotos de Palencia y otras provincias limítrofes participan en Villafría en la romería de la Virgen del Brezo, patrona de La Peña · Recuperada la procesión y la ofrenda floral tras la covid

Cuenta la leyenda que allá por el año 1478 la Virgen María hizo su aparición ante dos pastores extremeños, a los que encomendó la misión de localizar en el paraje de la Fuente del Brezo, en las montañas que conducen a Liébana, una talla de Nuestra Señora oculta entre la vegetación. Cuando estos llegaron al lugar, encontraron una ermita en ruinas, y una nueva aparición les reveló que aquel era el lugar donde se debía levantar un templo para que los lugareños venerasen su imagen.

Aquel templo es hoy, casi 600 años después, lugar de peregrinación para los miles de romeros que cada 21 de septiembre, festividad de San Mateo, se acercan a pie, en vehículo particular o en autobús hasta el santuario mariano de Villafría de la Peña para honrar a la patrona de La Peña en el marco de las celebraciones de su romería mayor, la más multitudinaria, de largo, de cuantas se celebran en territorio palentino. Ayer no fue la excepción, y más de 4.000 personas (según las estimaciones del Ayuntamiento de Santibáñez de la Peña) llegadas desde Palencia y otras provincias limítrofes tomaron parte de este evento multitudinario e histórico, pues recuperaba el formato previo a la pandemia. 

Para cofrades y romeros, acercarse ayer hasta el santuario es una tradición de la que solo les apea causas de fuerza mayor. Y es que quienes acuden romería tras romería al  reencuentro con la Reina y Madre de la Montaña Palentina, se saben protegidos por ella durante todo el año, pero necesitan de ese pequeño empujón para su día a día que supone estar frente a imagen sedente del siglo XIII.

Rendidos a la Reina y Madre de la Montaña PalentinaRendidos a la Reina y Madre de la Montaña Palentina

Así lo hizo también el obispo, Manuel Herrero, asiduo al Brezo. Él fue quien presidió la misa concelebrada por una quincena de sacerdotes de la zona que tuvo lugar en la explanada trasera del santuario, donde se agolpaban cientos de fieles protegidos con sombreros y paraguas del intenso sol que brilló durante toda la celebración. «Venimos con cariño y gratitud a este paraje», dijo el prelado palentino, que también tuvo un sentido recuerdo para las víctimas de la covid y para los que sufren la crudeza de las guerras por las que «corren los carros de combate, que dejen muerte y destrucción». También hizo referencia a los abusos a menores en el seno de la Iglesia -«espero que no vuelvan», dijo- y a la actual  «crisis energética y de solidaridad».

Minutos antes, el repique de campanas anunció el inicio de la breve procesión desde el interior del templo, acompañada este año por la música de la dulzainas y el tamboril de los Dulzaineros de Ampudia. Sin embargo, si hay que destacar alguno de los momentos vividos en la comarca peñiega, no se pueden pasar por alto el canto de la Salve, la magnifica interpretación del Ave María que cada año desde 2001 regala a los romeros la soprano argentina Ana Clara Vera y la pañolada blanca con la que los fieles despidieron a su patrona hasta 2023. Y es que de todos es sabido que la talla original del siglo XIII, que ayer lucía su magnífica corona de doce estrellas que se ciñó por vez primera en 1961 y su espectacular manto de terciopelo azul bordado con hilo de oro, se custodia en el obispado por su alto valor y solo regresa a casa para su romería mayor.

Fue una misa muy emotiva, que sirvió también para encontrarse con esos viejos conocidos que se ven de año en año en este idílico paraje entre frondosos arbustos de brezo y escarpados picos. Hasta uno de ellos, el que está coronado por la cruz, ascendieron decenas de feligreses durante toda la jornada festiva en esta particular ofrenda a su Virgen, de la que se saben más cerca desde lo alto de una cumbre que ofrece unas espectaculares vistas panorámicas de la provincia.

A pie de santuario permanecieron autoridades como el delegado de la Junta, José Antonio Rubio; y el alcalde de Santibáñez, Manuel Maza. Este último destacó el «buen ambiente» que se registró durante la  jornada y reconoció que los santibañeses «tenían muchas ganas de regresar al santuario». También se acercaron hasta Villafría los diputados Urbano Alonso y Jesús Sevilla y los regidores de Guardo, Juan Jesús Blanco; Cervera, Jorge Ibáñez;  Castrejón, Luis Carlos Clemente; Mantinos, José del Blanco; Osorno, María Félix Dehesa; o Cervatos, Inmaculada Malanda, entre otros.

Como muestra de esta devoción, apenas habían salido los primeros rayos de sol y ya había gente en El Brezo. A partir de ahí, la carretera de acceso registró un goteo constante de fieles para participar ya desde bien temprano en los actos organizados con mimo por la Cofradía de la Virgen del Brezo. El primero fue la ofrenda floral, a modo de altar sobre el que se colocó la réplica de la Virgen, algo que no se realizaba desde 2019.

Canalizando todo el flujo de devotos se encontraban desplegados desde Aviñante hasta el santuario 17 agentes de la Guardia Civil (Seguridad Ciudadana y Seprona) de la compañía de Herrera de Pisuerga. Su actuación, sumado al dispositivo de seguridad ideado conjuntamente con el Consistorio y a la presencia de bomberos de la Diputación y forestales de la Junta y de Cruz Roja ayudó a que la jornada se desarrollará sin incidentes destacables.

LOAS Y PINTURA

En la parte lúdica de esta fiesta que combina la devoción mariana y la jornada de campo, destacaron los concursos de loas a la Virgen y de pintura rápida. En el primero de ellos se proclamó vencedor Juan Carlos Corniero, de Santander, por La luz del Brezo; en segunda posición quedó el palentino Manuel Sánchez por Coronada en oro y fuego y en tercer lugar quedó el vallisoletano Iván Ávila con Como todos los años.

Por otro lado, un total de 15 artistas procedentes de Castilla y León, País Vasco, Cantabria, Galicia, Navarra y La Rioja luchaban por el primer premio en el certamen de pintura rápida. Un premio que viajó hasta Álava de la mano de Eduardo Alsasua, el segundo a Segovia con Pedro Cebrián y el tercero hasta Aranda de Duero (Burgos), en recompensa al buen trabajo de Severiano Monge.

Asimismo, se recuperó el mercado en el paseo central de acceso al santuario con una veintena de expositores y, una vez que los actos en el santuario tocaron a su fin, la fiesta en Aviñante. Allí se celebró una demostración de deportes autóctonos vascos a cargo de Iñaki Perurena y el grupo Cayenna 22 puso el broche musical a una edición que pasará a la historia por ser la primera que se celebra con normalidad absoluta tras la covid. Como novedad, se instaló un punto violeta.