Un palentino mirando cara a cara al volcán

Alberto Abascal
-

Borja Pérez Calvo, de 43 años y natural de Brañosera, ha convivido durante nueve días de emociones y angustias con los vecinos de Los Llanos de Aridane en la isla de La Palma. Llegó el día de la erupción de Cumbre Vieja y aún siente los temblores

Imagen del volcán en plena erupción. - Foto: BORJA PÉREZ CALVO

El volcán de Cumbre Vieja en La Palma, que entró en erupción el domingo 19 de septiembre, lleva expulsando desde entonces y de manera ininterrumpida grandes cantidades de lava, ceniza y material piroclástico. La evolución de las lenguas magmáticas han obligado a desalojar hasta ahora varios municipios, donde los vecinos han tenido que dejar sus casas solo con lo imprescindible antes de que muchas de las viviendas y otras construcciones fueran engullidas y ardiesen. Varias fisuras eruptivas se han abierto desde que comenzó la actividad del volcán y nadie sabe con certeza cuándo dejará de rugir.

Y testigo de excepción de todo este episodio geológico sin parangón en España y desde el primer día y hasta este lunes ha sido Borja Pérez Calvo, de 43 años y natural de Brañosera, que junto con una amiga han vivido los nueve días más intensos de su vida, con una mezcla de desasosiego y asombro por los acontecimientos.

«Habíamos reservado el viaje a La Palma con un mes de antelación porque a los dos nos gusta la montaña. La isla ofrece oportunidades para vivir la naturaleza y el deporte relacionado con ella como pocos lugares en España. Pese a que íbamos conociendo las noticias previas a la erupción con los enjambres sísmicos que se estaban produciendo, llegamos a La Palma, más concretamente a Los Llanos de Aridane, el mismo domingo de la erupción», explicaba ayer a Diario Palentino Borja Pérez Calvo, tras regresar a la península vía Tenerife y después de abandonar La Palma en un ferry puesto que los vuelos estaban cancelados por culpa de la ceniza.

Este palentino, que es diseñador gráfico, fotógrafo, creador de contenidos multimedia y piloto de dron, especializado en la creación de imágenes corporativas y promoción del turismo rural y de naturaleza, reconoce que pese a estar instalado en una casa a unos siete kilómetros del volcán, ha vivido momentos difíciles de explicar. «La sensación de comprobar cómo todo tiembla a tu alrededor por las explosiones del volcán, el caos que cautiva a la población y todo aderezado con la enorme columna de humo y la tierra incandescente que baja por la ladera, que de noche sobre todo adquiere un dimensión inimaginable, es indescriptible».

Frente al volcán en la isla de La Palma.Frente al volcán en la isla de La Palma. - Foto: RUBÉN PÉREZ CALVOBorja siente tristeza por la situación que ha dejado allí, con familias que lo han perdido todo y que aún siguen envueltas en un fenómeno que todavía provoca destrucción. «La gente de La Palma es amable y humilde, y pese a lo terrible de su situación, me ha emocionado especialmente su solidaridad, el apoyo que se están dando unos a otros ante la adversidad. A nosotros nos ayudaron incluso cuando tuvimos que irnos de la isla, con los vuelos cancelados por la masiva presencia de la ceniza, aunque al final pudimos coger el ferry hasta Tenerife para desde allí volar hacia la península. Fueron nueve días en los que al final el volcán y sus efectos se convirtieron en el epicentro de todo», recuerda.

El protagonista junto a dos perros en la Montaña Palentina.
El protagonista junto a dos perros en la Montaña Palentina. - Foto: RUBÉN PÉREZ CALVO
Borja es un enamorado de la montaña a través del deporte. Con una cámara a mano, siempre le ha apasionado dar a conocer todos los maravillosos rincones de la Montaña Palentina a través de su trabajo y siempre con el propósito de que Palencia deje de ser la gran desconocida. «La Palma es una isla preciosa que ofrece muchas oportunidades para los que nos gusta la naturaleza y lo que le rodea. Es una isla de contrastes gracias a su desnivel, que va desde el nivel del mar hasta los 2.426 m del Roque de los Muchachos, el punto más elevado. Tiene ademas una importante zona boscosa. Tengo intención de regresar cuando esto acabe y lo que pido ahora es que se les ayude a los habitantes de la isla, con donaciones o con el consumo de sus productos, porque se lo merecen y lo necesitan».