«En la investigación estamos acostumbrados al rechazo»

David Herrero (Ical)
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La palentina Laura Román ha sido galardonada con el premio L'Oreal-Unesco como uno de los tres mayores talentos femeninos emergentes en el mundo, no sin antes dedicar tiempo y esfuerzo por diversos países

«En la investigación estamos acostumbrados al rechazo» - Foto: ICAL

Embajadora de la tierra y llevando el nombre de Palencia y Cevico de la Torre a lo más alto del ámbito científico e investigador. El mundo de los alimentos es su pasión, algo que dio comienzo con su titulación como ingeniería Técnica en Industrias Agrarias y Alimentarias en la UVa para, posteriormente especializarse a través del Máster de Calidad, Desarrollo e Innovación de Alimentos y proseguir con su doctorado sobre la estructura molecular del almidón afecta a la textura de los alimentos y a su digestibilidad. Laura Román (Palencia, 1991) ha sido galardonada con el premio L’Oreal-Unesco como uno de los tres mayores talentos femeninos emergentes en el mundo, no sin antes dedicar tiempo y esfuerzo por EEUU y Canadá, hasta ser fichada como investigadora postdoctoral en el Departamento de Alimentos de la Universidad de Aarhus (Dinamarca).

 

¿Qué se siente tras ser elegida una de los tres mayores talentos femeninos del mundo?

Recibir este premio en Dinamarca es un verdadero orgullo. En el mundo de la investigación estamos acostumbrados al rechazo. Nos rechazan artículos científicos y proyectos de investigación, así que sentir que tu trabajo es valorado y reconocido de esta manera hace darte cuenta de que tu trabajo sí es relevante. Te da una verdadera dosis de energía para seguir trabajando en la ciencia que te apasiona. Pero este premio es también una responsabilidad, ya que uno de los objetivos del mismo es que las premiadas podamos servir de referente para las futuras generaciones. 

 

¿En qué categoría se mide el premio?

El premio ‘For Women in Science’ es otorgado por la Fundación L’Oréal y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), que premia el talento investigador femenino dentro las ciencias naturales y se otorga desde 1998. Este premio se otorga a nivel nacional en varios países, en mi caso, soy una de las tres ganadoras de Dinamarca. Para la obtención del premio compiten todas las investigadoras jóvenes del país (menores de 40 años), en el área de ciencias naturales, independientemente del campo de estudio o investigación. Este premio es muy necesario, ya que ayuda a dar visibilidad a la mujer en la ciencia. Desafortunadamente, solo un 30 por ciento de los científicos del mundo son mujeres, y este porcentaje es incluso menor cuando se trata de puestos de investigación superiores.

 

¿Sacrificios recompensados?

Los investigadores necesitamos adquirir habilidades muy variadas. Al final, aprendes estas habilidades, pero hay una gran carga de trabajo y no siempre es fácil encontrar el equilibrio entre la vida personal y laboral. Ser científico es un trabajo muy absorbente, en parte por la vocación, y en parte por la presión para conseguir fondos y publicar. Hay días que son difíciles y frustrantes, ya que los experimentos no salen como quieres, o te han rechazado un proyecto o un artículo. Pero es importante creer en ti mismo, en la ciencia que estás haciendo, y pensar que eventualmente, cada esfuerzo vendrá con una recompensa. Este premio es una gran recompensa a todo el sacrificio durante estos años.

 

¿Por qué decidió cursar sus estudios?

Decidí realizar un doctorado tras finalizar los estudios de master porque me di cuenta que la investigación era algo relevante en el día a día, y que con mi pequeña labor podía contribuir al avance de la ciencia y de la sociedad. El mundo de la investigación me parece apasionante porque el día a día consiste en solucionar problemas. Creo que es complicado encontrar un trabajo más inspirador. Además, siempre me ha gustado la investigación y creo que es por mi naturaleza curiosa y de querer conocer más, así que cuando empecé a trabajar en tareas de colaboración de investigación en la Universidad, descubrí que la ciencia era algo que estaba hecho para mí y que me motivaba a aprender cada día.

 

¿Cómo fue el paso tras desembarcar en el extranjero?

El primer gran reto fue trasladarme a Canadá con mi primer contrato postdoctoral. La estancia previa que realice durante mi formación doctoral en la universidad de Purdue (EEUU) me ayudo a hacerme una idea. Se necesita tiempo para adaptarse a un nuevo país, cultura, idioma y también forma de trabajar. Al vencer los primeros miedos he descubierto un mundo de posibilidades, he abierto la mente a muchas culturas, he conocido a gente maravillosa y he aprendido y crecido muchísimo, tanto a nivel personal como profesional. Eso sí, siempre he intentado y sigo haciéndolo, mantener mi vínculo con España y mi gente, incluso viviendo en Canadá, siempre intentaba venir a casa, cada 3-4 meses, aunque fuera por una semana. Ahora desde Dinamarca, lo tengo más fácil.

 

EEUU, Canadá o Dinamarca. ¿Dónde están sus objetivos laborales?

A día de hoy no volvería al continente americano, aunque tengo bonitos recuerdos y grandes amigos allí. Me gusta mucho la forma de trabajar europea, hay más conciliación entre la vida familiar y el trabajo, y las oportunidades laborales son iguales o incluso mejores. Aquí me siento muy valorada como científica, y eso se nota en mi rendimiento, en mis ganas de aprender y en mi mejor humor. En Dinamarca también hay un gran apoyo a los investigadores y a los centros de investigación, con grandes dotaciones económicas, lo que facilita mucho el trabajo, y eso es algo que valoramos mucho los científicos.

 

¿Es necesario emigrar para triunfar en el ámbito de la investigación?

En mi opinión, es muy enriquecedor y diría que es necesario para el científico salir fuera de España, aunque sea por un tiempo corto. Trabajar en el extranjero no solo te abre la mente y aporta nuevas ideas, también te enseña otras formas de entender la ciencia, conoces gente interesante, trabajas en otros ambientes, y eso, a la vez, te abre muchas puertas.

 

¿Los profesionales españoles son rifados fue de las fronteras nacionales?

Yo diría que sí, que los científicos españoles son muy valorados, desafortunadamente, fuera de España. Conozco a grandes investigadores españoles que se encuentran fuera de España, tanto en Europa como fuera de ella, y con exitosas carreras, aunque a la mayoría de ellos siempre les queda la pequeña esperanza y esa espinita de poder volver con una posición de investigador independiente y con una estabilidad laboral. Un pensamiento en el que yo también me incluyo. 

 

¿Cuál es su labor en el país europeo?

Mi proyecto actual se centra en entender la funcionalidad de nuevas proteínas vegetales y la manera en la que interactúan con los almidones en los procesos de elaboración de alimentos. El objetivo de la investigación es desarrollar alimentos vegetales sostenibles y nutritivos para la creciente población mundial y racionalizar la producción de alimentos en el futuro. Existe una necesidad urgente de ofrecer nuevas soluciones alimentarias más sostenibles y respetuosas con el medioambiente, y para ello, es necesario adaptar nuestra dieta a una dieta más rica en proteínas vegetales. 

 

¿Nueva era de productos?

La rápida demanda del mercado de nuevos productos de origen vegetal que cumplan con los criterios de sostenibilidad ha llevado a un rápido desarrollo de ingredientes y productos enriquecidos en proteína vegetal. Sin embargo, falta una comprensión más profunda de la funcionalidad de estas nuevas proteínas vegetales en la complejidad de la matriz alimentaria. La adopción de nuevas proteínas vegetales en alimentos requiere una comprensión profunda de sus interacciones (tanto a nivel molecular como supramolecular o microscópico) con los carbohidratos durante el procesado. En este sentido, el almidón, componente básico de la matriz de alimentos, ocupa un lugar central, ya que afecta a la textura, digestión y funcionalidad de muchos de los alimentos que consumimos a diario. Esta investigación pretende esclarecer la relación entre las estructuras moleculares y supramoleculares y las propiedades macroscópicas (como la textura) de los alimentos de origen vegetal.

 

Nuevas formas de fabricar... ¿Es viable?

Parte de mi actividad investigadora (pre y postdoctoral) también se ha centrado en estudiar formas de fabricar alimentos con baja bioaccesibilidad de almidón (lenta digestión y menor índice glucémico) y/o con mejora de su calidad física y tecnológica (textura y envejecimiento), aplicando principalmente este conocimiento en el desarrollo de productos horneados. Y también he trabajado en el desarrollo o en la mejora de la calidad, de productos para colectivos con problemas nutricionales, como los celiacos.

 

Cevico de la Torre y Palencia quedan muy lejos. ¿Volvería a su tierra?

Sí volvería a mi tierra, a medio-largo plazo me gustaría volver a España y poder desarrollar la ciencia que he aprendido durante todos estos años. España es el país que me ha formado y me gustaría devolver este esfuerzo. Formar mi propio grupo de investigación en mi país para mí es un sueño. Pero claro, para ello es necesario volver con un trabajo estable y con la posibilidad de hacer ciencia de calidad, y para ello se necesita inversión tanto en infraestructura como en personal.