Editorial

Palencia es una provincia surcada por diversos caminos de espiritualidad

DP
-

Quienes los cuidan esperan que el miedo al covid pase y vuelvan los peregrinos

Ni el camino más corto es siempre la línea recta ni la espiritualidad está exenta de sufrir los vaivenes de las épocas de bonanza y de crisis económica. Claro ejemplo de ambas cosas es la Ruta Jacobea a su paso por la provincia de Palencia. No es una línea recta, sino un itinerario que pasa por catorce pueblos, invita a detenerse en un buen número de monumentos y espacios significativos por su historia o su peso en el acervo cultural, que muestra distintos paisajes y que oferta ochocientas plazas de alojamiento en casi una treintena de albergues, trescientas más que en el anterior Año Santo, el de 2010. El actual tuvo lugar en 2021, pero el Papa autorizó prolongarlo a 2022 dadas las restricciones sufridas en la pandemia que coartaron drásticamente la movilidad. Y, como queda dicho, tampoco ha sido ajeno a los avatares de los tiempos que corren. La razón es que el Camino de Santiago no es la mera suma de lugares, kilómetros, edificios y sellos hasta conseguir la compostela, sino la mezcla de los peregrinos que lo surcan, de las historias y circunstancias que llevan consigo, de su situación laboral y familiar, de su disponibilidad de tiempo y dinero y de su salud. Y si el covid genera enfermedad, muerte, despidos, cierres empresariales, confinamiento, teletrabajo y distancia social, muchos se retrajeron de hacer una ruta tan larga y dura como esta. Hablamos del denominado Camino Francés, que es el más transitado de cuantos conducen a Santiago de Compostela, así como el más conocido y el mejor documentado. Y, al decir del responsable del Centro de Estudios y Documentación enclavado en Carrión de los Condes, el único camino en sí, ya que los demás serían solo rutas. Pero, con mayor o menor enjundia histórica, tránsito y utilización, no es el único. Ahí están, también en nuestra provincia, el Camino Olvidado y el Real de la Valdavia, que conducen igualmente a Santiago, o el Lebaniego con destino en Santo Toribio de Liébana, otro centro de peregrinación. Son vías de espiritualidad, de búsqueda y reencuentro con uno mismo, de descubrimiento artístico-cultural y, por supuesto, de socialización, nada menos que con cuatrocientos kilómetros a disposición del peregrino. Este ha cambiado de edad y fisonomía, al menos en el caso de los caminos jacobeos, entre aquel 2010 y este 2022. Antes predominaban los españoles y ahora los extranjeros, con origen sobre todo en Italia, Alemania y Estados Unidos; entonces eran jóvenes y ahora son más maduros, y antes lo hacían en verano y ahora prefieren el otoño. Los caminos han mejorado, los albergues, los servicios y la señalización también y quienes se ocupan de su divulgación y conservación confían en que la gente vaya perdiendo el miedo al covid y vuelva a peregrinar por la provincia. Para recuperar presencias, para que sean embajadores de Palencia, para que vuelvan como turistas y porque son una fuente de ingresos.