El circo de los sueños

J. Benito Iglesias
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'Circlassica. El sueño de Miliki' trae al Teatro Ortega un espéctaculo pleno de luz, música, ilusión y acrobacias en cinco funciones con 22 personas que llenan el escenario de recuerdos de varias generaciones, las nuevas y las pretéritas

El circo de los sueños - Foto: Óscar Navarro

Un pequeño pase privado basta para entender que Circclassica. El sueño de Miliki nos retrotrae al pasado, al  tiempo que nos cimenta en el presente de la magia y la ilusión. Todo ello se plasma a través de una cuidada escena en la que no parece faltar nada y que llenan con profesionalidad y entusiasmo los 22 protagonistas del espectáculo -dos de ellos a los mandos de la luz y el sonido- entre actores, acróbatas, malabaristas, bailarinas, cantantes y payasos. «Este es mi pequeño homenaje a Miliki, mi padre, y a mis hermanos Gabi y Fofó, junto a todos aquellos que hicieron y hacen que los sueños sean el motor de sus vidas», es el mensaje que Emilio Aragón lanza al inicio de cada función mediante una voz en off en el Teatro Ortega, una ya celebrada ayer y otras cuatro el sábado y el domingo, a las 16,30 y 19,30, y 12 y 16,30 horas, respectivamente.

Al escenario se incorpora en primer término Miliki, un niño de siete años que sueña con ser payaso. Su deseo es hacer reír a la gente y componer canciones, y así poder viajar por el mundo cantándolas en su maravilloso circo. Una noche escribe su  deseo en el Libro de todos los viajes, y después se queda dormido. El poder de su deseo es tan fuerte  que su mundo se llena de luz, música y color. «¡Uau! que luna más bonita. Mirad, este será el libro que escribiré durante mis viajes a lo largo y ancho de este mundo en un barco hecho de cáscara de nuez y adornado con velas de papel», exclama nada más empezar.

ESCENARIO DE LUZ Y COLOR. El deseo que trasmite al público es tan fuerte que su mundo se llena sobre el escenario de luz, música y color, además de acrobacias, malabares y equilibrios sobre el trapecio que inundan  su  universo circense. Y  entre  todos, intercalando guiños a Susanita y su ratón chiquitín,  «que come chocolate y turrón y bolitas de anís», como reza la canción, destacan  dos  personajes  «requetefinos  y  medio  chiflados»:  Don  Pepito y Don José, que despiertan a Miliki y le invitan a un viaje  único. Son sus maestros en el arte  de la comedia y le guían para que pueda cumplir su sueño y conseguir su ansiada nariz de payaso. Pero  todo camino  tiene  curvas  y  baches.  Y  será  Astracán,  el  príncipe  de  la  anti comedia,  quien  intentará desviar al pequeño Miliki del maravilloso camino trazado por sus  dos maestros.

El resto de lo que se muestra hay que verlo en el Teatro Ortega y pertenece al sueño íntimo de Miliki, Manuel Maíllo en la vida real. «La que contamos es para que el público, sobre todo el más joven, conozca lo que para la gente adulta ha significado en su vida el payaso Miliki. Es súper divertido, ilusionante y muy chulo contar su historia», señala a DP.

«Nada es perfecto», añade, pero indica que sus compañeros de reparto «rozan el serlo porque provocan con sus números que todo salga genial. Si faltara Don Pepito sería diferente, al igual que Don José, mientras que el resto hacen cosas maravillosos dentro del escenario», arguye.

Su compañero de reparto, Luigi Belí, que interpreta a Don José, reparte sonrisas y asegura que, junto a Don Pepito «son los guías iniciáticos» de Miliki en Circlassica para cumplir su sueño. «Su mensaje es hacer reír a la gente y viajar por el mundo cantando sus canciones. Todo sabemos que lo consiguió y contamos cómo lo hizo. Él se atrevió y luchó por aquello que le hacía feliz. A veces nos  agazapamos en el día a día y debemos de tomar ejemplo y cumplir los sueños», concluye.