Teodoro Aragón García

Fernando Pastor
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Teodoro Aragón García

También en Valoria la Buena hubo un hombre multioficios: Teodoro Aragón García. Un personaje entrañable y querido.

Alguacil del Ayuntamiento que también hacía de pregonero. Su gran dicción hizo que participara en los concursos de pregoneros que se celebraban en Castilla, y puesto que solía ganarlos participó varios años representando a los pregoneros castellanos en el Certamen Nacional de Pregoneros que se celebraba en Granada, certamen cuyos galardones eran la Granada de Oro y la Granada de Plata a los dos primeros clasificados. Teodoro obtuvo un año la Granada de Plata con un discurso que le preparó Don Santiago, el secretario del Ayuntamiento, que versaba sobre el edicto de Carlos III prohibiendo el uso de capas embozadas. 

Otras de sus ocupaciones fue la de enterrador; encargado de dar cuerda diariamente al reloj de la villa; sereno; vigilante de las eras para despertar a la gente en las eras en verano para que fueran a recoger las cosechas; peón urbano para limpieza de calles, fuentes y caminos; encargado de poner en marcha el motor y llenar el depósito para suministrar agua a los vecinos; contador de las uvas que llevaba cada vecino a los lagares comunes y traerles después el vino que le correspondía a cada uno a su bodega en pellejos de hasta 4 cántaros de capacidad; electricista; cobrador de arbitrios y de la renta de las viviendas municipales; encargado de la prisión; cartero; reparador de grifos; lector de contadores; agente judicial, etc… 

Tanta ocupación (aunque no simultaneó todas) provocaba que durmiera poco. Era frecuente verle dormido de pie en los lugares más inverosímiles. Por ejemplo, en misa él ya iba predispuesto a quedarse dormido y se ponía con las piernas abiertas para tener más apoyo.

Su gran humor le hacía ideal para participar en todo tipo de celebraciones. Solía ir con un burro, y la chavalería le acompañaba. Precisamente con el burro quiso hacer la gracia de meterle por un pasillo andando hacia atrás; el burro se negaba y él se empeñaba.

Montado en el burro acompañaba a los músicos a tocar diana por el pueblo en fiestas.

En unos  carnavales se empeñó en organizar el Entierro de la Sardina el Miércoles de Ceniza pese a que ese miércoles había un partido de fútbol muy importante del Real Madrid de Copa de Europa y le advirtieron que no se molestara en organizar nada ya que era previsible que no contaría con afluencia de público pues todo el mundo estaría viendo el partido. 

 

Retos a él: la advertencia redobló su empeño y recorrió casas y bares convenciendo y reclutando gente, logrando así que el Entierro de la Sardina contara con la participación de cientos personas. 

Cuando se jubiló, en 1969, hizo un pregón glosando su actividad laboral. Se organizó en el pueblo una fiesta en su honor. Varios vecinos fueron hasta su casa montados en burros y caballos y tocando un tambor y una trompeta viejos que había en el Ayuntamiento. La intención era recitarle un pregón a quien hasta ese momento había sido el pregonero.

Pero el propio texto tuvo sus vicisitudes. Lo escribió el profesor Jesús Blanco Gimeno. El secretario del Ayuntamiento, Don Santiago se lo envió a su hija, que vivían en Yecla (Murcia)  para que hiciera copias (a mano, pues no se prodigaban entonces las fotocopiadoras) y al copiarlo introdujo cambios, de forma que cuando el texto regresó a Valoria difería bastante del original. Y finalmente el encargado de leerlo cambió las palabras que creyó erróneas. Por ejemplo, donde debía decir «Este día resonará en Valoria / como el más grande de la historia / como resuena un tambor sobre la estepa», no conocía esta última palabra, pensó que sería estopa, y eso dijo.

Teodoro tiene una calle dedicada en Valoria la Buena. Calle del Alguacil Teodoro Aragón.

Valoria contó con otro pregonero, Isaac Blanco. Además de pregonar los bandos municipales se sacaba un dinerillo extra de los vendedores ambulantes (el pescadero, el cacharrero…) pregonando su presencia en el pueblo, sus productos, sus ofertas…

Recopilaba en verso todo lo que ocurría en el pueblo en cada año, y en compañía del tío Losi, en sendos burros, recorrían el pueblo recitándolo tanto el día de San Antón como en Carnaval. Los vecinos y sobre todo las vecinas al oírles se asomaban a las ventanas y balcones, y él las dedicaba una copla que ha quedado como un dicho típico de Valoria:

«Oh, bendito San Antón,

el 17 de enero.

Qué hacen ahí esas marranas,

que no atienden el puchero»

En unas fiestas Isaac Blanco se puso una albarda a modo de chaqueta. Alguien le prendió fuego por detrás y estuvo un rato con la albarda ardiendo. Otra persona que destacó por ser polifacético en su desempeño profesional fue Hermógenes, oficialmente alguacil del juzgado, aunque hacía de todo.

 

Pregón fiestas de la Octava, año 1969. resumen de su vida

En el día de la función, con el permiso de la autoridad / a todos sus convecinos como igualmente forasteros / les dirige la palabra el amigo pregonero:

El día 1 de diciembre de 1932 / comencé a prestar servicios de sereno / hasta el 31 de marzo del 33 /. El día 9 de abril del mismo año / tomé el cargo de peón urbano / con las siguientes tareas que se citan: / Para limpieza de calles, fuentes y pilares, / cobrador de arbitrios, / arreglos de caminos en verano, / electricista, corredor de vino y pregonero, / en el que tengo dados / 28. 210 particulares y 2.115 oficiales. / En el año 34, el 10 de abril, / me dieron el cargo del reloj / al cual se necesita darle cuerda todos los días.

También me dieron el cargo de pregonero municipal / el día 1 de octubre del año 36. / Me dieron el cargo del cementerio / y hasta la fecha llevo enterradas / a 475 personas. El año 48 me tomé el oficio de vigilante de las eras / para llamar a los agosteros / y al mismo tiempo vigilar por la seguridad de las mismas.

El día 1 de septiembre del año 49 / me dan el cargo de alguacil y encargado de la prisión. / En el año 52 me dan el cargo / de cobrador de las viviendas que tiene el Municipio / y algunas cosillas más. / En el año 56 me cogi la tarea de repartidor de Correos / donde trabajé dos años. / En el misma año, con fecha 1 de octubre, / me dan el cargo de abastecimiento de aguas / y reparación de grifos / así como encargado de revisar los contadores. / Y por último, el 15 de enero del año en curso / me dan el cargo de agente judicial. / Así es que con esta función en servicio activo / me despido de todos en general. / Actualmente me quedan ocho meses para mi jubilación. / Dios quiera que quien me sustituya, se porte como yo.