Dionisio Lamas Muñoz

Tribunal Libre

Dionisio Lamas Muñoz


Decepción universal

26/05/2022

Desde el principio de los tiempos, han coexistido la luz de la paz y de la sabiduría, los momentos de bonanza y de buen juicio, frente al contexto señalado por la envidia y el egoísmo, frutos perennes de todos los males que arrojan los siglos a la humanidad, y los cuales ofuscan el pensamiento y el corazón de la mujer y del hombre con actos que consternan a la razón, al sentido común, a la ética y a fe, y deshonran a la historia en cualquier instante de la vida y sus secuencias.
Los éxitos y los fracasos humanos se trasladan con energía considerable a las naciones: los primeros para alumbrar el desarrollo de sus pueblos desde una disposición constante hacia los logros más prósperos y de bienestar para sus habitantes y cuanto les concierne, los segundos en su más triste pesar, para dirigir a sus países desde la tiranía a la pobreza extrema a través de ideas y ansias de poder desmedidos, cuyo final es el ocaso de su imperio y de sus gentes.
La Paz es una entelequia para quienes abominan del ser humano, para quienes aman la violencia en cualquiera de sus variedades; la paz es una utopía donde acrece la irracionalidad y por ende los genocidios humanos y la devastación de los territorios, ello por disposición de déspotas fieles a su capricho, cuya psicosis de poder envilece sus facultades intelectuales.
En medio de un mundo de naciones civilizadas, no hay lugar para que la determinación de un solo país provoque controversias de intensidad exterminadora. Las naciones democráticas deben responder, no solo con buenas intenciones, también poniéndose al lado de los pueblos oprimidos.
La descontextualización de una nación por la fuerza ante el determinismo de otras produce la insolidaridad y la desagregación entre todas y se pierden los lazos de amistad y de colaboración entre ellas, lo que ofende al mundo ordenado y civilizado, degradando su posición en la alianza entre pueblos y naciones.
Igual que el ser humano es valiente o tímido, las naciones también lo son en función de sus gobiernos, y las decisiones o resoluciones internacionales, tiene que ser atrevidas y valientes para sancionar o premiar las conductas de otras, no caben las situaciones pusilánimes en el ámbito transnacional.

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