Paisajes desde la bici

A. Benito
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Borja Barba es abogado y trabaja como técnico de Cultura y Desarrollo Local en el Ayuntamiento de Saldaña. Amante del ciclismo, la montaña, la naturaleza y la fotografía, el también sobrino de Javier Cortes comparte con DP sus diez lugares favoritos

Paisajes desde la bici

1. La Olmeda.  «Mis primeros recuerdos infantiles de la Villa son de la mano de mi recordado tío Javier (Cortes). Sin ser yo consciente, por aquel entonces, de la importancia de lo que tan entusiastamente nos enseñaba a todos los sobrinos, tengo grabado el recuerdo del paso por aquellos andamiajes hasta quedarme embelesado en la escena de la cacería del mosaico que da acceso al oecus, tan espectacular a los ojos de un niño. Más tarde comprendí la trascendencia del yacimiento y del enorme legado que mi tío dejó. La Villa merece ser visitada cada cierto tiempo, siempre hay algo nuevo que descubrir».


2. Pinares de Saldaña. «Los pinares que rodean Saldaña y que, desde principios del siglo XX, ejercen de vigilantes de la erosión de esas laderas en las que se confunden la Loma y la Vega en abrazo de fuerte hermandad, como canta el himno saldañés, son otro recuerdo ligado a la niñez. Menudo escenario de juegos y aventuras... Un paseo al atardecer observando la caída del sol mientras las luces de los pueblos de la vega alta del Carrión van iluminándose y el cielo se tiñe de amarillo, después naranja y, por último, rosa, podría ser un buen resumen de por qué Saldaña significa tanto para mí».


3. Ruta de los Pantanos en bici. «Creo que es hora de valorar la Ruta de los Pantanos como escenario cicloturista. El recorrido supone un compendio perfecto de atractivo paisajístico y exigencia física. ¡Buenos piques nos hemos metido en la grupeta subiendo el Alto de La Varga! Pedalear después al pie del Espigüete, bordeando Camporredondo y Compuerto, tiene un inconveniente: ¡estás más tiempo haciendo fotos que sobre la bici!».


4. Cañada Real Leonesa Oriental. «Quizá este trayecto, a su paso por nuestra provincia, sea uno de los más desconocidos. La ruta que aún a día de hoy lleva el ganado desde los verdes pastos de la Montaña Oriental Leonesa hasta Badajoz recorre Palencia desde San Pedro de Cansoles hasta Dueñas. El recorrido ejerce de testigo de la variedad de la geografía palentina, desde las estribaciones montañosas del norte, a la llanura cerealística terracampina, pasando por las enormes masas forestales de Villota del Páramo o Santervás de la Vega».


5. Valle de Pineda. «El Valle de Pineda es el silencio roto por los cencerros de las vacas en la vega de Correcaballos. Es el agua del recién nacido Carrión escupiendo contra las rocas y brincando por encima de las piedras. Es el viento sacudiendo los brezales y las escobas. Es echar la charla con Vicente, el pastor, o con alguno de los pescadores que por allí se dejan caer. Es meter los pies descalzos, en las gélidas aguas del Pozo Curavacas. Es el aislamiento y la tranquilidad, esencia misma de la Montaña Palentina».


6. Valcobero. «De niño, me parecía increíble que pudieran existir pueblos sin habitantes. De adulto, me fascinan. Valcobero es como una maqueta a escala natural de la arquitectura tradicional de la Montaña Palentin. Espero que se siga conservando como hasta ahora. Un rincón cercano que merece la pena: subir hasta Cristo Sierra y de ahí encaminarse hacia Valsurbio, antes de empezar a descender dirígete por el cortafuegos al Pico de Doña María, una de las mejores balconadas de la Montaña Palentina».


7. Mirador de Valcabadillo. «Es probable que quien no sea de Saldaña y su comarca no conozca esta privilegiada atalaya sobre la vega del Carrión, a la que se accede por un bonito camino entre robles y fuentes naturales desde la localidad de Valcabadillo y que sobresale desde la vertical caída de las cárcavas hasta el cauce del río, a una altura de unos 60 metros sobre este. Probablemente, sea una de las mejores puestas de sol de toda la provincia».


8. Iglesia de San Juan Bautista en Moarves de Ojeda. «Cuando alguien de fuera viene a visitarme con intereses turísticos, una de las visitas obligadas es la iglesia de San Juan de Moarves. No es solo la espectacularidad y el asombroso detalle de su pórtico, es la singularidad de su emplazamiento.  Encajonada entre construcciones de uso agrícola en una pequeña población de La Ojeda, el templo es el ejemplo perfecto de que el románico norte palentino te puede sorprender en el rincón más insospechado».


9. Santuario de la Virgen del Brezo. «Nuestro particular Covadonga, y que me perdonen los asturianos. Del edificio del Santuario, epicentro espiritual de la Montaña Palentina, me gusta especialmente la delicadeza que se tuvo para que su sillería no rompiese la armonía del lugar. Superar su vía crucis desde Villafría, otra meca del ciclismo palentino».


10. Plaza Vieja de Saldaña y su entorno. «La Plaza Vieja de Saldaña, unida por uno de los extremos de sus soportales a la Plaza del Marqués de la Valdavia, ejerce una atracción especial sobre todos los habitantes de la comarca . A su sobria belleza arquitectónica, se suma el haberse convertido en el epicentro del ambiente de vinos y tapeo de Saldaña. Espero que tras la restauración de su pavimento empedrado empiecen a desaparecer de los balcones los carteles de Se Vende. Será un buen síntoma de que Saldaña se sigue aferrando a la vida».