El amor en el umbral de la vejez

Charo Barrios
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Diana Talarewitz reflexiona en 'La decisión de Julia' sobre los matrimonios fallidos de personas de más de 60 años que deciden romper con todo e iniciar una nueva vida

La autora barcelonesa es abogada y tiene 77 años - Foto: Patricia Martín

La escritora y abogada Diana Talarewitz acaba de publicar La decisión de Julia (Amarante), donde narra la crisis de una mujer que vive un conflicto entre el conformismo y la reivindicación de la pasión por vivir.

Antes de analizar este libro hay que partir de una premisa. En la actualidad, las separaciones de parejas que pasan de los 60 años se están disparando. Los medios de comunicación se hacen eco frecuentemente del nuevo paradigma que se produce en la sociedad cuando personas en el umbral de la vejez deciden recuperar la ilusión perdida. La protagonista de esta apasionante novela  transita por este conflicto.

Esta autora barcelonesa, de 77 años, narra con un estilo muy directo y sin florituras temas de un profundo alcance como la rutina, la perdida de la ilusión, el sentimiento de culpa, las segundas oportunidades y el resurgir. Asuntos, todos ellos, tratados con hondura, sin dramatismo y de manera amena.

La protagonista, traductora de profesión, próxima a cumplir 60 años, atraviesa una crisis en un matrimonio anodino, en el que la falta de ilusión y de pasión le abocan a la rebeldía, a la necesidad de vivir el último rescoldo de la vida. Su enlace fue por amor, pero con el transcurso de los años y la jubilación, su marido vive sin ilusión. Esta situación arrastra a Julia a la monotonía y a la falta de entusiasmo, su desencanto es tal que se siente mal, como si se muriera. Sin embargo, al recibir un mensaje a través de las redes sociales de un antiguo amor de juventud, Julia se cuestiona su vida entera y nacen en ella de nuevo las ganas de vivir.

 

Infidelidades

Su conflicto entre lo que quiere y debe hacer la hunden en una lucha interior, sufre, se cuestiona sin tregua su responsabilidad ética y moral en la toma de futuras decisiones. La duda y el sentimiento de culpa hacen de la protagonista un ser humano de carne y hueso con sus contradicciones, sus luces y sus sombras.

Precisamente por eso la novelista catalana afirma con claridad meridiana, y amparándose en su experiencia de la vida, que la pasión y la ilusión no deberían perderse nunca a lo largo de la existencia y que, en el momento que se pierden, la vida se convierte en un transcurrir de días sin propósito y sin sentido.

Así, Diana Talarewitz añade que cada persona puede encontrar algo que le apasione, no necesariamente el amor: «Hay un sinfín de cosas que pueden despertar la pasión. En su caso son la lectura, la escritura y la música, actividades que no tienen limitaciones con motivo de la edad».

Una cuestión de obligado planteamiento es que el amor no tiene edad, de manera que puede surgir cuando uno menos se lo espera. Talarewitz cree que, de mayor, cuando uno es consciente de las propias emociones, se experimenta la pasión con mayor generosidad y comprensión que durante la juventud.

La protagonista, a la vez que vive su conflicto, traduce una novela de una autora con la que se identifica, una mujer que la seduce por su arrojo. Sin sospecharlo, se deja abducir por su personalidad, le despierta admiración y atracción porque vive sin miedo, mientras que ella se siente atrapada en una vida que le asfixia y no le satisface.

Talarewitz afirma que cuando comenzó a escribir esta obra no se planteó el paralelismo entre la protagonista y la escritora que traduce, «fue surgiendo sobre la marcha». De hecho, todo fluyó sin atenerse a un diagrama como nunca hubiera pensado llegar a escribir, al punto de desconocer el final hasta no llegar al último capítulo.

El procés, en escena

Paralelamente a su crisis y a su conflicto, vive la presión de la editorial que le marcado una fecha de entrega del manuscrito que debe traducir y, a la vez, la crispación que tiene lugar en Cataluña con motivo del procés que, como telón de fondo, recorre la novela y refuerza el conflicto interior que le atormenta.

La autora aclara que el motivo de situar la novela en este período convulso de la Historia se debe principalmente a que escribió la novela en aquel momento y que le pareció apropiado introducir el contexto social dada la tensión que se produjo y que vino a aumentar el desasosiego de Julia.

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