José Luis Díaz Sampedro

José Luis Díaz Sampedro


Cultura ‘woke’

17/10/2022

Conocida también como cultura de la cancelación, es una rama pujante de la corrección política que se está imponiendo con fuerza. Lo que empezó en Estados Unidos como una cuestión racial se ha convertido en un cuestionamiento de la civilización occidental de base cristiana. Partiendo de una historia malinterpretada y leída desde una óptica ideológica de izquierda radical, pretende reeducar por completo a la población (sobre todo a los jóvenes, más propensos a ser hechizados por las redes sociales) y deconstruir los principios fundamentales sobre los que aquélla se asienta. Se presenta como hipersensible a las demandas de aquellos que dicen hablar en nombre de las minorías. Su estrategia consiste en manipular el lenguaje, introduciéndonos en un mundo paralelo lleno de definiciones alternativas donde lo masculino y femenino se convierten en categorías ideológicas reaccionarias y la fluidez del género es la nueva base antropológica de la identidad sexual. Los dictados de sus ideólogos acusadores buscan de todos nosotros una sumisión acrítica ante la corrección política, de manera que quienes les planten cara merezcan el destierro social. El adversario pasa a ser un enemigo de la humanidad y se le tilda de xenófobo, machista, racista, maltratador, homófobo o fascista, entre otras lindezas. Hay que desterrar del espacio público a quienes se oponen a las reivindicaciones de esa supuesta diversidad. Como esta ideología ha tenido gran acogida en el mundo del entretenimiento, en los medios de comunicación y -por supuesto- en la política, es preciso plantear una firme resistencia volviendo a los principios fundamentales sobre los que se apoya la civilización -la nuestra- que pretenden aniquilar. Quizás la ONU, los organismos internacionales o los centros intelectuales y económicos del poder mundial nos queden a todos muy lejanos y nos veamos incapaces de influir en ellos. Pero a nuestro lado hay personas que sufren, niños a los que educar y querer, embarazadas agobiadas por problemas derivados de su maternidad, parejas que no se aclaran sobre cómo construir un futuro compartido, jóvenes o mayores desnortados que no saben qué hacer con su vida. Todos somos responsables de nuestra época por el hecho de vivir hoy. Y, aunque yo no pueda parar la cultura woke y sus amenazas a la libertad, sí puedo ayudar a los que quiero a que descubran su identidad en ser queridos por sus familiares y por su Dios, para que así no se vean abandonados en solitario a un mundo hostil y sin sentido que les lleve a buscar su identidad en causas ideológicas violentas y antihumanistas.