«Había que pagar un precio, con el bingo, beber y sexo»

Alberto Abascal
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J.F.P.J. se enfrenta a una pena global solicitada por el fiscal de 24 años de prisión como presunto autor de hasta nueve delitos cometidos contra su esposa

«Había que pagar un precio, con el bingo, beber y sexo»

El vecino de Palencia J.F.P.J., que se enfrenta a una pena global solicitada por el fiscal de 24 años de prisión -la acusación particular y la Asociación Clara Campoamor aumentan considerablemente dicha petición de penas - como presunto autor de hasta nueve delitos cometidos contra su esposa, incluido uno continuado de violación, negó ayer todas las acusaciones durante la primera jornada del juicio que se celebra en la Audiencia Provincial y que proseguirá hoy martes como la declaración de más testigos y los informes finales antes de quedar visto para sentencia.

La víctima, que declaró a través de un monitor, se reiteró en su versión de los hechos. «Había que pagar un precio, con el bingo, salir, beber y sexo, para que la cosa no fuera a más», apuntó en su declaración y añadió que «contradecir» a su exmarido «no era una opción». De hecho, indicó que llegó a desear morir.

La mujer relató que durante el embarazo de su hija ya sufrió episodios de violencia física: «Me pegaba y había insultos. Me tapaba las marcas que me hacía en la cara para evitar que la gente las viera porque me daba vergüenza».

Por su parte, el acusado, que se encuentra en prisión preventiva,  negó en todo momento los hechos. Indicó que como pareja «hubo crisis, pero creo que éramos felices», subrayó. «Teníamos una relación perfecta, pero ella decidió tener otro tipo de vida con una tercera persona», añadió.

Por lo demás, el fiscal le imputa concretamente un delito continuado de violación con uso de violencia o intimidación especialmente degradante (15 años de cárcel y otros ocho de libertad vigilada), tres delitos de maltrato (un año por cada uno), un delito continuado contra la integridad moral (dos años), un delito continuado de amenazas leves (un año), un delito leve contra la integridad moral (localización permanente), un delito de maltrato habitual (2 años) y un delito continuado de coacciones leves (un año). Según sostiene la Fiscalía, el acusado empezó la relación sentimental con la víctima a los 13 años. Tras quedarse embarazada a los 19, con el ánimo de atentar contra la integridad física y psicológica de la esposa, supuestamente «le propinaba de modo constante patadas y empujones, acompañándolos de insultos».

La acusación dirigida contra J.F.P.J. también pormenoriza que el procesado impedía a su cónyuge relacionarse con normalidad con los suyos, limitando sus salidas del hogar familiar si no eran en su compañía. La mujer accedía a no tener casi contacto con terceros a sabiendas que, si le contravenía, el sujeto «la golpearía o la insultaría».

A PEOR.  Pero la cosa iba a peor porque la Fiscalía refleja que, de modo constante, en las discusiones le hacía saber que podía quitarle la vida.La Fiscalía, llegado a este punto, recuerda que el calvario que sufría la mujer dentro del matrimonio era incuestionable. Así las cosas, recuerda cómo en el verano de 2019 el acusado le agarró a su esposa de la cabeza para golpearla contra la pared, causándole una brecha, si bien no fue al centro médico para su cura, haciéndolo ella misma. 

Tras la agresión, «mantuvo relaciones sexuales completas con la mujer, sin su consentimiento por miedo a ser nuevamente golpeada». Asimismo, la obligaba a vestirse y maquillarse como una prostituta. De hecho, en una ocasión la llevó a un club de alterne contra su voluntad para que viera lo que hacían las mujeres  y luego la obligaba a realizar prácticas sexuales que suponían una humillación para ella.

La Fiscalía también relata en su escrito de acusación que el 8 de enero de 2020, sobre las 21,30 horas, la víctima se tuvo que vestir como el acusado quería, concretamente como una prostituta y encima poniéndole buena cara por temor a ser golpeada como ocurría habitualmente.