Victoria 'Roja' en la pugna más disparatada de las fiestas

Aida Acitores
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El Coso de Campos Góticos cambió anoche la pasión por la parodia y el arte por el espectáculo más desternillante, con un 'Gran Prix' que se adjudicaron las peñas 'El Cordón', 'Los Balasteros' y 'Santo Toribio'

Victoria 'Roja' en la pugna más disparatada de las fiestas - Foto: DP

Humor del de toda la vida. Espectáculo, habilidad, competición de la buena y fiesta. Mucha fiesta. Campos Góticos cambió anoche la pasión por la parodia, el valor por el arrojo y, en el graderío, los Olés por los ¡Uy!.

Un total de 36 palentinos, la mayoría de ellos peñistas consagrados, participó en el Gran Prix, una disparatada competición en la que los mozos -y alguna valiente moza, porque hay que decir que la mayoría eran hombres- lucharon contra el agua, la arena, los castillos hinchables y una resabiada vaquilla que ocasionó un par de buenos revolcones. No en vano, los servicios sanitarios atendieron algunas caídas y golpes, una de las más serias -que no graves-, la de un mozo que saltó el burladero y se lesionó el labio y el cuello en el aterrizaje.

El Equipo Rojo, compuesto por las peñas El Cordón, Los Balasteros y Santo Toribio, se adjudicó el primer premio en una competición que entretuvo durante más de dos horas, ya que comenzó pasadas las 22,30 y se prolongó hasta casi la 1 de la madrugada. No sólo ganaron, sino que además repitieron: estos mismos mozos habían quedado en primer lugar en la pasada edición, bajo el Equipo Blanco. Y tenían claras sus posibilidades. «No hemos venido a jugar... Llegamos dispuestos a revalidar el título», afirmaban con rotundidad entre prueba y prueba. El segundo lugar fue para el Equipo Azul, de las peñas El Ruedo, Nueva Era y El Burladero.

«Aquí no hay entrenamiento que valga. Es todo intuición», comentaba tras el burladero, en pleno desarrollo de la competición, un integrante del Equipo Naranja: Los Remaches que Faltaban. Con declaraciones como ésta, los participantes en el Gran Prix habrían parecido matadores consagrados, si no hubiera sido por su indumentaria: colores, pantalones firmados por sus compañeros de peña -a modo de amuleto-, corbatas y divertidas monteras. Y es que ésta es, en definitiva, la esencia del Gran Prix.

Más allá del albero, un público nutrido -más de media plaza-, compuesto principalmente por jóvenes y familias con niños, aplaudía y soltaba carcajadas a raudales ante los esperpénticos movimientos que los mozos hacían sobre el recorrido. Lo hicieron, eso sí, bien abrigados, con una mantita sobre las piernas.

Y es que ni los toreros, ni el graderío resistieron el frío de la noche. «Es lo que nos falta, ¡que nos hagan el Gran Prix a pleno sol!», subrayaba un participante del Equipo Azul. «No tiritamos de nervios, ni de miedo por la vaquilla... ¡Lo hacemos de puro frío!».