Editorial

El Cristo, el primer emblema para los palentinos

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La utilización de los drones para fines científicos nos depara certezas que, de otra forma, sería complicado tener y, sobre todo, contrastar. Es lo que ha sucedido con el estudio de fotogrametría aérea llevado a cabo por la empresa Geocyl sobre la escultura monumental del Cristo del Otero, que el Ayuntamiento capitalino encargó en un año en el que esta obra del insigne Victorio Macho se ha convertido en nonagenaria. Certezas, sí, que nos dan una altura exacta de 21,02 metros. Eso impide que Palencia pueda presumir de tener la segunda imagen de Jesucristo más alta del mundo, como durante mucho tiempo figuró en el imaginario popular, solo por detrás del Redentor que se erige en el cerro de Corcovado, en Río de Janeiro, con 30,1 metros. Ambos, el de Palencia y el de Río son del mismo año y hace escasas fechas celebraron de manera conjunta su noventa aniversario, en el marco del hermanamiento de ambas ciudades, que tiene mucho de alianza turística, pero sin dejar de lado ese carácter de patrimonio religioso que comparten ambas figuras. 

 Y es cierto que entre 1931 y 1934 el Cristo del Otero de Victorio Macho, al que el escultor llamó también Jesús del Sermón de la Montaña, ocupó el segundo lugar detrás del citado de Río. Pero la construcción en las laderas forestales de Chamonix (Francia) del Cristo Rey de Houches, con sus 25 metros, le quitó la medalla de plata. Después vendrían otras esculturas monumentales con el mismo motivo, que irían relegando a la palentina a posiciones mucho más discretas, como la diecisiete actual de entre la veintena de doce o más metros. No se trata de batir ningún récord, sino de asumir esa certeza científica y el lugar que, por altura, ocupa el Cristo del Otero entre los del mundo. Sobre todo porque saberlo no le resta un ápice de interés ni le quita blasones al primero de los emblemas de la capital palentina, que sí puede presumir de ser el más alto de España, de gozar del aprecio de los vecinos, de congregar en su entorno a miles de personas durante una fiesta tan popular como la de Santo Toribio que tiene lugar en sus laderas o la de ir creciendo en número de visitantes, gracias a su envergadura, pero también al remozado Centro de Victorio Macho que tiene bajo sus pies y en el que reposan los restos de Victorio Macho, y al mirador que ofrece una panorámica espectacular de la ciudad y sus entornos.

La catedral, que también está de celebración por su séptimo centenario, es sin duda el monumento religioso más importante de la diócesis y lucha a diario por dejar de ser la Bella Desconocida, pero el Cristo del Otero, con sus 21,02 metros, la original posición de sus brazos que reproducen la del sacerdote cuando al final de la misa despide a los fieles deseándoles la paz, su tiempo récord de construcción para la época -ocho meses solo-, su ubicación en uno de los cerros que domina el entramado urbano y el hecho de recibir desde la lejanía al visitante, es su emblema más querido y reconocido. Con drones y sin ellos.