Jesús Mateo Pinilla

Para bien y para mal

Jesús Mateo Pinilla


Cofrades palentinos

22/03/2022

Al mediodía voy tras el pincho de magnífica tortilla y café al Chiguitos del interior de la plaza de abastos, a la antigua Carrionesa o al Marieta, el café verde carruaje que sustituyó a la parrilla del Círculo Mercantil y donde de mañana, con su dueño y amigo Merino, formábamos una tertulia con churros y los que salían de la misa diaria del convento de las Clarisas.
Anteayer, como otros días, acudí al Marieta a esperar a los nuevos profesionales, los nietos de Jesús Hervella con quien compartí la preciosa afición por los caballos que mi padre dibujara en el reverso de un sobre o una servilleta de memoria, mientras charlaba.
Al levantarme de la mesa me encuentro con varios cofrades, dispuestos con mimo bajo una urna de cristal y me emociono. Se me escapan las lágrimas al sentir lo que hemos pasado en el transcurso de la pandemia, los que se fueron, los que permanecemos en la lucha y los niños que lloran en una frontera ajenos a la muerte que revolotea en su propio rostro.
Poco tiempo y mucho vivido, nos hemos llenado de catástrofes y no hemos terminado de dar las gracias por sobrevivir. Terrible comienzo de siglo sin asimilar. 
Todo me provocó una bola en la garganta. Me encuentro con Sisinio, el delineante amigo y compañero de mi padre en horas políticas. Y comento al matrimonio lo sentido al ver la muestra del desfile procesional extraordinariamente representado, y es él quien me dice que la procesión del Marieta la crea Tino, el dueño, con sus ideas y manos.
Magnífica representación que moviliza mi fe popular en momentos de turbulencias e incertidumbres, y por la que tengo que felicitar públicamente, de corazón, a su autor que me enseñó a ver la deuda que mantengo.
Ahora incorporará el paso del Nazareno al desfile que envuelve la sociedad intranquila, e inestable que nos toca vivir. Habrá que verlo, les aseguro que degustarán el mejor café de su vida, porque no es solo la calidad de la materia, buena de por sí, sino el celofán en que se envuelve el caramelo existencial.
Gracias Tino por darnos la mejor reflexión para aguantar viviendo, con esa ilusión con la que cada año construyes tus penitentes palentinos.