En el orden socio-político de diversas naciones del planeta, se observan las profundas heridas de una convivencia decadente y marchita, sin diálogo por falta de capacidad de talento y opuesta a la armonía social y a la paz natural de todo pueblo, ello conlleva la ruina moral y cívica de las altas instancias políticas, ávidas de poder, e indiferentes al clamor de la justicia, o insensibles a la miseria de las gentes.
Los gobiernos de políticas bajas proclives al reparto de miajas, son incapaces de dar soluciones a los acuciantes problemas sociales visibles y que alejan la prosperidad y acercan la indigencia a las personas vulnerables, sencillas y humildes.
Las políticas bajas son las de aquellos gobiernos incompetentes ante los grandes desafíos que demanda la sociedad y solo ofrecen escasez de soluciones, y estas, indiferentes o confusas y sin acierto a las demandas siempre desatendidas del pueblo en su mayoría. Que no descifran el presente, ni desentrañan el futuro. Las políticas bajas acrecientan la pobreza y la incertidumbre; aumentan el desacuerdo; generan crispación y enfrentamiento; amplían las desigualdades y la indigencia; acentúan la carencia de necesidades básicas, y limitan la libertad del sentido común, pero fomentan la libertad del sin sentido, esa que aborrecen cuantos participan de la cordura en el pensar y en el sentir.
Las políticas bajas son las de los gobiernos que viven de espaldas a la realidad candente de sus naciones, oprimidas por cuantos males impiden el crecimiento: industrial, comercial, y científico, el cual da lugar al trabajo, a la integridad personal y a la felicidad social.
Cuantas políticas ofrecen soluciones mediocres y de bajo interés para el pueblo, y amparadas en la demagogia intentan convencer con infortunado discurso sus procaces ideas, las cuales conducen a la mendaz promesa de los filibusteros, son políticas bajas.
Son esas que sienten vergüenza de su historia y la merman y la refluyen, son esas formadas por mujeres y hombres de yermos conocimientos que acuden a las Cortes para difundir soflamas de repúblicas pretendidas, desde el reino del que comen y viven. Son las que hunden las economías y sumen a sus pueblos en la penuria y en la escasez.