Antonio Álamo

Antonio Álamo


Aniversario

14/10/2021

Dentro de poco tiempo, en noviembre, se celebrará un aniversario que quizá tenga cierto protagonismo en los medios de comunicación. Hace 50 años la organización ecologista Greenpeace, denominada entonces Don't make a wave Comittee, se presentó ante la opinión pública con su primera acción de protesta. A mediados de septiembre los ecologistas zarparon desde Vancouver (Canadá) en un viejo balandro de pesca llamado Phillips Cormack y se dirigieron a Amchitka, una isla de las Aleutianas, donde el gobierno de Estados Unidos tenía previsto realizar una prueba nuclear subterránea. A bordo iban James Bohlen, fundador de la organización, cuatro periodistas y los tripulantes.
El 6 de noviembre la bomba Cannikin explotó. Con una potencia de casi cinco megatones, cuatrocientas veces más que la de Hiroshima, fue la mayor prueba nuclear de la historia del país. El suelo se elevó, surgió un lago y se produjo un terremoto de 7,0 en la escala de Richter, justo en una zona de inestabilidad geológica debido al vulcanismo y la confluencia de placas tectónicas.
En sus orígenes, apenas se cuenta, la organización tuvo connotaciones religiosas puesto que algunos de sus fundadores eran miembros declarados de  la comunidad cuáquera, aunque eso luego se desdibujó al convertirse en la organización ecologista con mayor influencia en el mundo. Y ahí sigue. Sostenida por particulares y persiguiendo, entre otros objetivos, la preservación del medio ambiente.
Organizaciones así suscitan agrias controversias ya que cuestionan conductas cuyas repercusiones no gustan a todos. El tiempo dirá si su lucha contra la degradación del planeta causada por la acción humana y la explotación desmesurada de los recursos naturales estaba justificada o no. De momento la sensación que queda es que se la mira con cierta prevención. Más adelante quizá ocurra lo mismo aunque entonces habrá que hacerlo con mascarilla, pamela, botella de agua y abanico. La pamela, por si alguien no lo sabe, es un «sombrero de paja, bajo de copa y ancho de alas, que usan las mujeres, especialmente en verano» (RAE). Para entonces, con 55 grados a la sombra, lo de la factura de la luz nos hará reír. Eso sí, con nuestra pamela vamos a estar muy guapos todos y todas.