«Un ganadero cuida más el campo que un ecologista de Madrid»

A. Benito
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Para Raúl Azpeleta, el balance de sus dos años y medio como secretario general de UPA es positivo. Lo que más valora es haber conseguido mantener el contacto con los profesionales del campo, así como haber contribuido a dignificar su labor

«Un ganadero cuida más el campo que un ecologista de Madrid» - Foto: EVA GARRfIDO

Raúl Azpeleta entró en UPA en el año 2002. Durante un tiempo compaginó su trabajo en el colectivo con la explotación familiar de su padre. Posteriormente, decidió dedicarse en cuerpo y alma al sindicato. Asumió el cargo de secretario general al retirarse Domiciano Pastor y hace unos días fue relevado por Blas Carmelo. Esto le permitirá centrarse en sus funciones como secretario de Organización.

Hace algunos días dejó de ser el secretario general de UPA en Palencia. ¿Qué motivos le llevaron a no presentarse a la reelección?

Desde el principio entendí que era una situación puntual. Con la retirada de Domiciano Pastor, la anterior comisión ejecutiva estuvo buscando un sustituto. La intención era que le sucediera un agricultor o un ganadero, pero nadie se atrevió a dar un paso adelante. Así que yo, que era el segundo de a bordo de la organización, tuve que afrontar este reto. 

«Un ganadero cuida más el campo que un ecologista de Madrid»«Un ganadero cuida más el campo que un ecologista de Madrid» - Foto: EVA GARRfIDO¿Por qué no seguir? Tengo muy claro que voy a ser una persona de organización siempre y, si tengo que volver a asumir el cargo, lo haré, pero creo que lo mejor es que un agricultor o un ganadero sea la cara de UPA hacia el exterior. Al marcharse Domi, recayó casi todo el peso en mí y lo cierto es que uno no puede estar en todos los sitios. Creo que mi misión, entre comillas, es dedicarme al cien por cien a la organización. No es más que eso.

¿Qué balance hace de su mandato?

El balance es positivo. Mi cargo ha sido continuista y la comisión ejecutiva pretende que siga siendo así, pero es verdad que estos dos años y medio he intentado hacer cosas que igual no veían el anterior. En la organización, lo principal son nuestros afiliados y, en ese sentido, creo que he conseguido mantener el contacto con los agricultores y los ganaderos, hablando con ellos y yendo a sus explotaciones para conocer sus problemas de primera mano y trasladarlos allí donde he tenido capacidad de hacerlo. 

¿Cuáles cree que han sido sus máximos logros? ¿Se le ha quedado alguna espinita clavada?

Creo que los logros no vienen solo por haber estado como secretario general. Entre todos, hemos conseguido en esta última etapa dignificar la labor de los agricultores y los ganaderos, que se nos respete, que sepan que estamos ahí y que lo que hacemos es producir alimentos, lo primero, y cuidar el territorio, lo segundo. 

La espinita la tengo muy clara: que en muchas mesas de negociación sigan teniendo más importancia los grupos ecologistas y conservacionistas que los agricultores y ganaderos, o lo que es lo mismo, que sea más importante un lobo que un niño. No hemos logrado demostrar que un agricultor o un ganadero cuida más el territorio que un ecologista o un conservacionistas desde Valladolid o Madrid. 

Hay que darle la vuelta a esta situación porque estamos convencidos de que quien cuida el territorio es la sociedad del medio rural, pero sobre todo los agricultores y los ganaderos. Nadie dice que haya que eliminar la fauna salvaje, pero sí controlarla e indemnizar a quienes sufren los daños.

¿Podría concretar un poco más las soluciones que propone UPA respecto a este tema?

Las soluciones no son mágicas, pero lo primero que tenemos que determinar es cuánta fauna queremos y en qué sitios se puede convivir con ella. También habrá que establecer cuánto hay que darle al que le coman los sembrados o los animales. 

Un ganadero sabe que, puntualmente, puede perder un ternero, un cordero o una vaca. Lo que no puede ser es que todos los días se levante pensando qué habrá pasado. Con el tema de los conejos, quienes tienen una propiedad que linda con una autovía, una vía férrea o algún reservorio de la administración ya saben que todo lo que siembren se lo van a comer. Alguien tendrá que pagar esos daños.

¿Cuál es su valoración sobre la gestión de la administración de asuntos como la plaga de topillos?

La administración hace muy poco en este asunto. Básicamente, contar individuos y decir cómo de afectada está una zona. Por eso, lo que solicitamos desde UPAestá muy claro. No nos pueden pedir que demostremos qué medidas son eficientes, dado que no somos científicos, lo que tienen que hacer es probarlas ellos mismos. Llevamos muchos años diciéndoselo: desde que no se queman rastrojos, cunetas y malezas de manera controlada, hay más topillos y el agricultor se ve obligado a utilizar más herbicidas. Insisto, solo les pedimos que prueben. Lo que no se puede hacer es prohibir algo para evitar la contaminación y luego tener que recurrir a prácticas que contaminan más.

¿Cómo está afectando la crisis del coronavirus a los agricultores y ganaderos de la provincia?

Lo primero que hay que decir es que no vamos a quedarnos sin alimentos en los supermecados. Los agricultores y los ganaderos siguen cuidando de sus animales y sigen cultivando sus tierras para que esto no pase. Por cierto, ahora nos damos cuenta de lo importante que es tener una agricultura y una ganadería fuertes y estratégicas dentro de un país para no depender de terceros países o de otros sitios para poder alimentarlos. 

¿Cómo nos afecta? En este caso, los primeros perjudicados han sido los productores de lechazo y cabrito al no existir la demanda de la restauración. Algunos productos van ligados a unas costumbres y lo típico aquí es comer este tipo de carne en un restaurante. También nos pueden surgir nuevos problemas de recogida si mañana se infecta alguien en una fábrica, por ejemplo, pero ahora mismo lo más afectado es el ovino de la provincia. Por eso estamos pidiendo soluciones al Gobierno para incentivar a las industrias cárnicas a congelar este tipo de productos por medio de ayudas económicas.

Ha apuntado usted algo importante, que la gente se está dando cuenta de la importancia que tienen la agricultura y la ganadería. A la larga, ¿puede ser que esto anime a la sociedad a ser más responsable en el consumo?

De esto tendremos que aprender muchas cosas, como por ejemplo la importancia del consumo cercano, lo de la provincia, lo de la Comunidad o lo del Estado español antes que lo de fuera, porque cuanto más lejos está un producto más difícil es el acceso en caso de crisis, interna o externa.

La realidad es que competimos en los mercados y no todos tienen las mismas condiciones, por eso no se pueden poner los mismos precios. Aquí hay seguridad alimentaria, trabajo e impuestos alrededor de esos productos. En otros países no, y eso es lo que tiene que entender el consumidor.

Agricultores y ganaderos son elementos clave para fijar población en los pueblos. ¿En qué cree que afecta a su actividad la desaparición progresiva de los servicios en el medio rural?

Hay una cosa clara: es muy difícil llenar los pueblos, pero tenemos que poner las condiciones sanitarias, de educación y transporte para que la gente no se vaya de ellos. Dicho de otro modo, no es el momento de creer que los pueblos van a ir a más, lo que tenemos que hacer es intentar que no vayan a menos, mantener esas localidades con unos servicios dignos. 

En el caso de la agricultura y la ganadería, si alguien tiene una explotación que le es rentable, otra persona podría seguir con la explotación, pero si lo único que existe es competencia entre grandes explotaciones, cada vez habrá menos personas en el campo. Es verdad que el mundo y la economía crecen, pero no puede ser que todo el rendimiento de una explotación se base en mover cada año un 20 por ciento más o que labren los pueblos uno o dos agricultores. Hay que creer en las agriculturas y ganaderías familiares. Si al final solo vivimos calamidades y vemos que cualquiera que nos rodea está mejor que nosotros.... Por eso es fundamental facilitar los desplazamientos, tener un médico o que no se cierre la escuela.

Uno de los principales caballos de batalla en este sector es el relevo generacional. ¿Cómo cree que podría solucionarse este problema?

Yo no voy a decir que el relevo generacional sea fácil ni difícil, depende de la rentabilidad. Lo que no es de recibo es lo que se está haciendo en los últimos años, obligar a los jovenes que se quedan a tener un determinado número de hectáreas o estar instalados durante cinco años, porque lo único que se consigue es ahogarles y dificultar su incorporación. Además, se les fuerza a coger cada vez más y eso genera una competencia entre agricultores que no beneficia a nadie.  

En mi opinión, lo que hay que hacer es incentivar, pero no por tamaño, y poner en marcha medidas como la jubilación anticipada para evitar que el agricultor en edad de retirarse siga con la explotación, pero mandándole las cosas a otro. Creo que habría que facilitar los traspasos, articular ciertas exenciones y, en definitiva, allanar el terreno para el que viene y para el que se va. 

Con respecto a la incorporación de la mujer al campo, ¿ha habido avances en los últimos años?

Sí que ha habido avances, y yo creo que muchos, sobre todo en la ganadería. En primer lugar, se ha facilitado en gran medida la incorporación de las que ya estaban trabajando, pero no figuraban en ningún sitio. Se ha legalizado y regularizado su situación gracias a las titularidades compartidas. Por otro lado, las nuevas tecnologías han hecho que el trabajo en la agricultura no tenga ahora tanto que ver con la fuerza, y eso ha hecho que cualquier mujer pueda hoy utilizar un apero, aunque insisto, todos sabemos del trabajo de nuestras madres y abuelas en el campo. En definitiva, no se ha avanzado todo lo que queríamos en este campo, pero la realidad es que hay que revertir la situación de la que venimos.

¿Qué problemas afectan hoy en día a los profesionales del campo que antaño no existían? Y en el lado opuesto, ¿cuáles son los avances que han facilitado su labor?

En el lado positivo están las nuevas tecnologías. En contra, la gran cantidad de papeles y de burocracia a la que tienen que hacer frente los agricultores y los ganaderos. Entendemos que en algunos casos es normal, pero al final cualquier profesional del campo dedica hoy el 50 por ciento de su tiempo a rellenar libros de campo, de animales, cuaderno de fitosanitarios... 

Otro tema es que se les obliga a hacer todo por Internet y luego en el medio rural no hay buena conexión. Es muy importante resolver este asunto, porque hoy en día todos necesitamos Internet, es una prestación más.

Modernización de regadíos, precios justos o minimizar los daños de la fauna salvaje vienen siendo desde hace años sus principales demandas. ¿Tiene la sensación de que no se escuchan sus reivindicaciones?

Vaya por delante que entendemos que no tiene que ser fácil, porque si fuera así muchos problemas ya se habrían arreglado. Sin embargo, parece que aquí en lo cercano se entiende muy bien, pero según te vas alejando para Madrid o Europa, es más difícil transmitir ciertos mensajes, lo agrario queda lejos. Es verdad que nos sentimos un poco abandonados, pero no hay mal que por bien no venga, y con las movilizaciones que se han hecho en el campo y con esta pandemia creo que se pasará a creer que no podemos dejar de valorar más al sector primario. 

Desde su punto de vista, ¿cuáles cree que son los principales retos a los que se enfrentan la agricultura y la ganadería palentinas?

Uno de los grandes retos es la modernización del regadío, por dos cuestiones muy claras: el ahorro de agua y de consumo energético y el aumento de la producción y la rentabilidad. Somos la primera provincia en cuanto a regadíos, pero estamos a la cola en modernizaciones. Si queremos más gente en los pueblos, tenemos que incentivar y propiciar que haya nuevos regadíos.

A partir de ahora, ¿cuál va a ser su papel en UPA?

Como secretario de Organización, seguiré siendo el nexo de unión entre la propia organización y la comisión ejecutiva. También ayudaré en todo lo necesario al secretario general.

Le sucede en el cargo Blas Carmelo. En su opinión, ¿qué aportará al colectivo el nuevo secretario general?

Creo que, como agricultor, va a tomar decisiones conociendo los problemas de primera mano, a pie de campo y no viéndolos desde una oficina. Blas es una persona que lleva muchos años colaborando en la organización. Ya estuvo en una comisión ejecutiva a nivel regional y siempre ha luchado por los agricultores y los ganaderos. También fue presidente de una comunidad de regantes y es el representante de UPA a nivel regional en los temas relacionados con el agua. Este, quizá, es el cargo más importante que le ha llegado a lo largo de su carrera, pero lo cierto es que lleva mucho tiempo en el sindicalismo agrario y no le falta ambición para compaginar esta faceta con su trabajo como agricultor. Como anécdota, ya fue detenido en Fuensaldaña a consecuencia de una movilización, o sea que no es nuevo en esto.