Carmen Tomás

LA COLUMNA

Carmen Tomás

Escritora y periodista en información económica


El brasero regresa a nuestras vidas

03/08/2022

El Gobierno presentó el lunes su plan para ahorrar energía con vigencia hasta el 1 de noviembre de 2023. Con nocturnidad y alevosía, nos contaron que se trata de no sobrepasar los 27 grados de aire acondicionado en verano y los 19 grados de calefacción en invierno.
Las luces de los escaparates y monumentos se apagarán a las 10 de la noche, más teletrabajo en la administración y en la empresa privada, revisión extraordinaria de calderas, mecanismo en los edificios y comercios para que las puertas estén siempre cerradas, más renovables y más almacenamiento.
Previamente, la vicepresidenta para la transición energética nos aseguró que en los hogares no íbamos a pasar frío si nos poníamos una buena ropa de abrigo y que abriéramos la nevera solo cuando tuviéramos claro qué íbamos a coger. Así, si además nos quitamos la corbata, España no tendrá problemas, aunque Putin corte el suministro de gas este invierno.
Una vez más el gobierno no dice la verdad a los españoles y no se toma en serio el problema energético que se nos viene encima a corto, medio y largo plazo. España ya depende en un 24% del gas ruso y en cualquier caso si se corta el suministro sufriremos como lo harán el resto de países europeos. Ejemplo palmario de esto es que aún con la excepción ibérica, el llamado tope del gas, julio ha sido la segunda factura más cara de la historia. Y la industria y la economía en general ya se resiente y lo vemos en los datos del mercado de trabajo de julio: el paro sube y los afiliados bajan.
Pero, el gobierno sigue en su propaganda y no sólo demuestra con este plan, por llamarlo algo, que no se toma en serio el drama que familias y empresas viviremos este invierno, sino que por razones puramente ideológicas no va a hacer ningún cambio en nuestro mix energético para asegurar un mayor suministro y a precios más asequibles.
Otros socios europeos y países de la OCDE ya están tomando medidas serias. Unos levantando centrales nucleares nuevas, otros alargando la vida útil de las que ya tienen. En España, por no poder ni se puede extraer gas y petróleo del subsuelo, está prohibido por ley. Tampoco el gobierno da ejemplo que es la mejor pedagogía. ¿Seguirán usando los Falcon o el Súper Puma para asuntos privados, públicos con alternativa o recorridos de apenas 25 kilómetros, cuando el resto de los mortales debemos dejar el coche aparcado, ponernos un buen abrigo en casa o volver al brasero?