Un siglo vivido plagado de cariño y trabajo

J.B.I.
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Esperanza Lajo Navas celebra en Venta de Baños, en una fiesta sorpresa con 60 personas entre familiares y amigos, sus 100 años de experiencia vital con salud y muchas aficiones

Un siglo vivido plagado de cariño y trabajo

Esperanza Lajo Navas vivió ayer a buen seguro uno de sus días más felices rodeada de los suyos, que la prepararon una fiesta sorpresa a la que asistieron en torno a 60 personas entre familiares y amigos en una jornada festiva que quedará marcada para siempre en su dilatada existencia. Aunque nació en Medina del Campo (Valladolid) el 8 de julio de 1922, desde muy niña reside en Venta de Baños, en la calle Modesto Lafuente, su barrio de toda la vida, por lo que se considera una venteña más. Sus dos hijas, Chelo y Chiqui, no quisieron dejar pasar por alto su centenario cumpleaños para rodearla del máximo cariño de sus allegados, entre ellos sus siete nietos, tres nietas y nada menos que una decena de biznietos.

La centenaria homenajeada como se merece es la menor de nueve hermanos de una gran familia a la que crió su padre porque su madre murió cuando era pequeña. Aunque tuvo poco tiempo de ir  a la escuela -porque entonces había que ayudar y mucho en su casa- sabe escribir bien y leer es una de sus mayores aficiones.

Responde al perfil de una mujer trabajadora y durante toda su vida desempeñó varias ocupaciones laborales sirviendo en casas; repartiendo leche; trabajando en un secadero o ayudando en la peluquería de su hija Chelo siempre que pudo. Además, también ha tenido tiempo para apoyar en la crianza de sus siete nietos. 

Un siglo vivido plagado de cariño y trabajoUn siglo vivido plagado de cariño y trabajoAlrededor de los 16 años conoció al amor de su vida, Saturnino Monge -Nino como le conocía todo el mundo en Venta de Baños- que era ferroviario. Los familiares y vecinos le conocieron como un hombre simpático, afable y que hacía reír a todo el mundo. Esperanza se casó con él «muy jovencita, aunque no la faltaron pretendientes en su juventud», como explica a DP una de sus nietas, Vanesa García.

Entre los recuerdos más felices de la flamante centenaria destaca el nacimiento de sus hijas y el fin de semana que pasó con toda la familia en una casa rural cuando celebró los 90 años. «Los momentos más tristes derivan de la Guerra Civil que la tocó vivir y en la que perdió a familiares y amigos. También recuerda alegremente que la tocó la lotería con las cartillas en una tienda del pueblo, 100.000 pesetas de las de antes, y la invitaron a Madrid a participar en el programa de radio de José Luis Pécker. Allí pudo elegir una canción y le dedicó un tango a su marido, ya que era su música favorita», agrega. 

paseos y lectura. Esperanza Lajo vive actualmente con una de sus hijas pero todas las tardes se va paseando hasta su casa donde la gusta pasar la tarde leyendo, viendo una telenovela, cuidando de sus flores del jardín o charlando y jugando con las vecinas al parchís. La música de antes cubre también sus espacios de ocio escuchando a Julio Iglesias, Nino Bravo, Rafael Farina, el flamenco y los boleros. De la televisión actual, no desdeña algunas series y una de las novelas que emiten por la tarde, pero su gran pasión ha sido siempre la lectura. «La centenaria se confiesa no muy religiosa pero es devota de la Virgen del Carmen, a la que siempre pide para que cuide de los suyos. Sige siendo una mujer muy activa y quizá por eso se mantiene tan bien a su edad», concreta su nieta Vanesa García.