Ganemos pide nombrar a Esperanza Pérez Hija Adoptiva

Pablo Caminero
-

Esta palentina de Cevico de la Torre contribuyó a la exhumación de 150 víctimas, entre ellas 8 familiares suyos, con una pala, un azadón y un cepillo

Juncal Ibáñez, sobrina de Esperanza Pérez, (i) junto a Sonia Ordóñez. - Foto: Juan Mellado

Ganemos Palencia tiene como objetivo llevar al pleno una propuesta para nombrar a  Esperanza Pérez Zamora Hija Adoptiva de la ciudad. La mujer de 87 años nació en la localidad de Cevico de la Torre y su labor de búsqueda y exhumación ha servido de ayuda a múltiples familias palentinas. 

El Ayuntamiento fija los requisitos para recibir esta condecoración y para Ganemos, esta ceviqueña cumple con las condiciones necesarias para poder recibir ese honor. Su portavoz, Sonia Ordóñez, explica que «se convirtió en el apoyo de muchas familias palentinas que, como ella, querían descubrir dónde se hallaban sus familiares y darles una sepultura digna».

Durante años, prestó un servicio a parte de la población palentina, que así se lo solicitó, en la investigación y exhumación de los restos de familiares. Además, efectuó también durante ese tiempo trabajos de investigación, administrativos y de apoyo psicológico con los familiares de las personas asesinadas de manera altruista y con un carácter eminentemente social y de restauración del honor. 

Ganemos alega que «su labor incesante y perseverante en la restauración de la dignidad y de la verdad para las personas asesinadas durante la Guerra Civil y el apoyo dado a sus familiares» es mérito suficiente como para recibir tal asignación. De esta manera, el grupo municipal se encuentra a la espera de llevar la propuesta formal a pleno y que, una vez allí, la corporación decida si Esperanza Pérez merece ser nombrada Hija Adoptiva de Palencia.

Su labor. Cuando Pérez Zamora solo tenía 18 meses, su padre fue fusilado. Tras una vida en la que tuvo que mudarse múltiples veces, pasando por Pamplona, Irún, Bélgica y Alemania, regresó a Palencia y, en 1977, comenzó su búsqueda. En Villamuriel de Cerrato seguía viviendo el asesino de su padre, a quien exigió que le mostrara la fosa común en la que estaba enterrado. Posteriormente, decidió buscar a su abuelo y a sus tíos, también fusilados durante la Guerra Civil. Poco a poco, su labor se fue dando a conocer en la zona. 

En ese momento, esta misión era muy criticada y no existían asociaciones de recuperación de la memoria histórica. Sin embargo, muchas otras familias solicitaron su ayuda. Con una pala, un azadón,  un cepillo y, a veces, una excavadora pagada a escote, tal y como ella relata, consiguió exhumar hasta 150 víctimas de las fosas de Villamuriel de Cerrato, Valdespina, Villamediana y Magaz de Pisuerga, llegando a poner un millón de pesetas.