En primavera son los fuertes olores, a principios de verano las plagas de mosquitos y ahora que el otoño llama a la puerta, el problema es el exceso de vegetación, sumado a la suciedad que presenta el cauce en algunos de sus tramos. La polémica en torno al arroyo de Villalobón no cesa, por más que se repitan las denuncias y se acumulen las reclamaciones de los vecinos del barrio.
Lo cierto es que la imagen que presenta estos días más parece la de una selva tropical que la de un arroyo al uso. Los juncos se contabilizan ya por millares y, al margen de la imagen de dejadez que transmite, esta situación supone un grave problema que va mucho más allá de lo estético. Y es que muchos de ellos han aflorado a escasos centímetros de las arquetas, pudiendo taponarlas en caso de una gran avenida de agua.