Un centro en Palencia apuesta por la genética local

ALMUDENA ÁLVAREZ (EFE)
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El Centro Tecnológico Agrario (Itagra) cultiva plantas silvestres y que tienen un gran valor ecológico de cara a extraer de ellas rendimientos agrícolas y hortofrutícolas

Los investigadores Virginia Ozcariz (i), Álvaro Hernández (d) y Susana Luis (c), en el invernadero de Itagra en Palencia. - Foto: EFE

El Instituto Tecnológico Agrario (Itagra), que tiene su sede en Palencia, apuesta por la genética local con el cultivo de hinojo, tomillo, siemprevivas, rabos de gato y otras plantas que crecen de forma silvestre y tienen gran valor ecológico, de cara a extraer de ellas rendimientos agrícolas y hortofrutícolas.

La polinización y la lucha contra las plagas, pero también la industria farmacéutica y cosmética, e incluso alimentaria, son algunos de esos nuevos destinos.

Son llamativas las estampas que dejan los campos de lavanda en julio en Brihuega (Guadalajara), y que poco a poco se van replicando en algunos lugares de Castilla y León y de España donde el sector crece cada año. Pero pocos saben que las especies vegetales de plantas aromáticas y medicinales (PAM) más cultivadas y utilizadas en el mercado español provienen principalmente de genética francesa, donde tienen un sector pujante apoyado en la I+D y en sus recursos endógenos. Por eso, los enormes campos de lavandas, lavandín y tomillos que pintan el paisaje nacional, poco tienen de autóctono y provienen de Francia donde llevan años de adelanto: se importan las plantas de allí, los viveros están allí y el desarrollo de I+D también está en el país vecino.

«Es decir, estamos plantando genética de Francia y estamos despreciando la genética local, más adaptada a nuestro entorno, y en algunos casos más interesante para la industria final que la francesa», asegura a Efe Jorge Miñón, ingeniero agrónomo y coordinador técnico y de I+D+i del Centro Tecnológico Agrario y Agroalimentario Itagra, ubicado en Palencia.

PROYECTO CIRVEPAM. Sobre esta afirmación arranca el proyecto Cirvepam (Caracterización Integral de Recursos Vegetales Endógenos como cultivos de Plantas Aromáticas y Medicinales) en el que llevan trabajando más de dos años en el Itagra -el proyecto fue presentado el 18 de enero en la Casa de Cultura de Ampudia- y que tiene como objetivo desencadenar una economía local vinculada a estos recursos vegetales endémicos y autóctonos que crecen en montes, bosques, riberas, páramos, montañas y valles sin que nadie les haga mucho caso. «Hemos trabajado una estructura de I+D+i para desarrollar y buscar especies endógenas destacadas por sus condiciones de adaptación al cultivo y por su valorización en uso y aplicación», explica a Efe Virginia Ozcariz, una de las responsables del proyecto del Itagra, desarrollado junto a los investigadores Susana Luis y Álvaro Hernández.

Para empezar recogieron 55 plantas en distintos puntos de Castilla y León y seleccionaron una docena para aprender a cultivarlas, multiplicarlas y ver qué usos se les podría dar para generar actividad agrícola e industrial. Han estudiado su modo de propagación, las han cultivado en invernadero y cámaras de cultivo, analizado en laboratorio y caracterizado los micronutrientes de cada una de ellas y sus compuestos.

Ahora, a falta de compilar los resultados, ya han confirmado que por rendimiento algunas, como el cantueso, se asemejan mucho a la lavanda y que la mayoría se daría muy bien en Castilla y León, especialmente la sideritis o rabo de gato, el helicrysum o siempreviva, o la rosa canina y el hinojo.

VALOR TERAPÉUTICO. Todas tienen un gran valor fitoterapéutico: la salvia española como antiviral; la gayuba, antiséptica y diurética; el rabo de gato, cicatrizante, digestivo y antibacteriano; el cantueso, cicatrizante y antiséptico; la perpetua mediterránea, antioxidante; el rusco y la caléndula, antiinflamatorio; el lúpulo, sedante y estimulante del apetito; el escaramujo, antigripal, y así un largo etcétera.

Pero hay otras formas de aprovechamiento. Más allá de la extracción de aceites esenciales destinados a la industria farmacéutica o cosmética, actualmente el principal uso de las plantas aromáticas y medicinales, «también tienen mucho interés botánico porque generan una biodiversidad enorme», apunta Susana Luis. De hecho, algunas como el agastache contribuyen a generar ecosistemas más amigables con los polinizadores, en pro de la fecundación de otros cultivos como las oleaginosas.

Otras, como la caléndula, podrían servir para tratar plagas en cultivos ecológicos, evitando el uso de herbicidas, y también tendrían usos muy interesantes en horticultura, insiste Ozcariz.

«Y es muy interesante el potencial que todas pueden tener para cumplir con los objetivos de la Política Agraria Común (PAC), que establecen que más de un 10 % de superficie cultivada debe estar formada por islas que generen biodiversidad», continúa Susana Luis. Precisamente, el siguiente paso va a ser la plantación de islas en una parcela de ensayo que tiene la Diputación de Palencia en Grijota. Pero, mientras tanto, ya han dibujado un mapa de las zonas de Castilla y León donde estas plantas podrían tener un rendimiento más óptimo.

En Ponferrada o en la Sierra de la Culebra (Zamora) los suelos son aptos para el rusco, que también se podría dar en otras zonas de Salamanca, Palencia o León; mientras que la sideritis y el helicrysum son de las más aptas para cultivarse en cualquier suelo de la comunidad, explica Álvaro Hernández. «Se trata de utilizar todo el conocimiento y saber hacer agrícola e industrial que tenemos de la lavanda para replicarlo con estas plantas que son autóctonas», resume Ozcariz. Con ello se diversificarían los cultivos, mantendrían la riqueza biológica, se generarían ecosistemas más amigables con los polinizadores y habría nuevas iniciativas que estimulen los núcleos rurales.