Jesús Mateo Pinilla

Para bien y para mal

Jesús Mateo Pinilla


Segunda vida

15/02/2022

La pandemia ha dejado entre los vulnerables, gracias a Dios, supervivientes y los maduros actuales en poco tiempo reforzarán la columna de los viejos.
La longevidad aumentará, Salim Ismail fundador de la Singularity University mantiene que en dos o tres décadas la ciencia descubrirá tratamientos para vivir más tiempo y mantendremos dos vidas, la activa y la de jubilados, edad tardía.
La feminista Simone de Beauvoir en su obra La vejez describe la senectud a los 65 años en su Francia, la de entonces. Ahora la sociedad nos otorga como justa recompensa a nuestra vida activa, planes de pensiones, jubilaciones acordes, residencias, tratamientos sanitarios… La pandemia ha sido la excepción que confirma la regla, pero no la única. 
Hoy se nos priva de sistemas de actuación en la sociedad de forma excluyente: se incorporan formas de conducción enrevesadas, como las rotondas de las que la propia policía manifiesta a veces no saber circular por ellas, el papel lo aguanta todo; se nos condena con entidades bancarias hostiles, falta de cajeros, sistemas telemáticos complicados, una administración insensible… Pero somos los necesarios, los experimentados, los privilegiados que decía Montaigne en el XVI.
Séneca daba un sentido a todas las etapas de la vida desligándolas de lo superfluo para alcanzar la ataraxia del estoico, incluso en periodos contemplativos, porque no seremos capaces de subir al palo más alto, como manifestaba Cicerón, pero podemos demostrar nuestros méritos y conocimientos de forma útil.
La vejez no es opresiva, es la sociedad quien nos oprime, privándonos de crédito bancario para emprender a partir de los setenta, aunque se pueda responder, robándote la identidad social, la dignidad y casi la existencia. 
Se nos debe dotar de trabajos flexibles, enfocados a nuestra habilidad, integrándonos en la cultura organizativa de forma inclusiva. Es un reto social nuevo para acabar de exprimir las ideologías de igualación. 
Hagámoslo, extirpemos de raíz esa cultura que llaman de los yayo flautas. Vemos la necesidad de tomar parte activa en el conocimiento de las cosas para terminar de dar sentido a la vida propia.