Azul, rojo, naranja, verde, amarillo, morado, rosa, negro, blanco y gris, con cientos de combinaciones posibles. La paleta cromática es tan extensa como la animación que insuflan a cada actividad en la que están presentes durante las fiestas. Nos referimos a las peñas, que en el municipio guardense se cuentan por decenas y que son pieza fundamental de un gran puzle llamado San Antonio.

Quienes se han acercado estos días hasta Guardo, o forman parte de uno de esos grupos de coloristas atuendos, o se los habrán encontrado siempre a pie de calle, prácticamente las 24 horas del día. En el vermú, en las primeras cervezas de la tarde, en la feria y, por supuesto, en las verbenas. Grupos de amigos de todas las edades que se saben el programa casi al dedillo y para los que no hay acto que se les resista, más allá de los reservados a la tercera edad.

No faltan a su cita con el patrono cada mes de junio salvo esos años en los que la EBAU llama a su puerta, los exámenes de la universidad mandan o las obligaciones laborales se lo impiden. Y es que las peñas son la viva esencia de las fiestas, y no tienen más afán que divertirse y divertir a quienes les rodean.

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Así lo han demostrado durante estos días, en espectáculos para toda la familia como Humor Amarillo en una abarrotada plaza de toros. También en la comida popular en la plaza de la Constitución -una de las novedades- en la  que se sirvieron más de 400 raciones de paella, o los pasabares amenizados por la buena música en directo de la charanga local Cuatro Caños.