Francisco Muro de Iscar

MUY PERSONAL

Francisco Muro de Iscar

Periodista


Sánchez pasa por la izquierda a Podemos

14/07/2022

Si, con motivo del debate de la nación, alguien esperaba un cambio en la política española, un acercamiento real a los problemas, una propuesta de espacios de encuentro y consensos ante la profundidad de la crisis habrá perdido toda esperanza.
Cuesta mucho hacer el ejercicio de análisis de lo que ha pasado en el Congreso en lo que debió ser el debate más importante del año. No lo fue. Eso sí, lo ha ganado de calle Pedo Sánchez, lo que no quiere decir que lo que haya propuesto vaya a solucionar ningún problema de fondo. Por el contrario, va a aumentar la deuda que no pagará él sino los contribuyentes.
El presidente sigue en su línea de huir hacia adelante y ahora le ha pasado por la izquierda a Podemos, sin informar a su socio de gobierno de que iba a poner en marcha lo que éstos le vienen exigiendo desde hace meses, lo que, a medio plazo, va a ser otra hipoteca para el conjunto de los ciudadanos. Para cuando eso llegue, previsiblemente Sánchez será un mal recuerdo, pero antes lo habrá fagocitado todo.
Sánchez ha jugado la carta del bien y del mal, de los buenos y los malos. Los buenos, claro, son él, luego él, después él y, bastante más lejos los que le están permitiendo seguir en el poder a cambio de un alto precio, Unidas Podemos, el PNV, Bildu y ERC. Rufián se lo dijo bien claro al empezar su polémica intervención -"enhorabuena, hoy se ha despertado de izquierdas"- y al terminarla: "nada en política es gratis y quien diga lo contrario, miente".
Frente a los buenos, están los malos: y los malos son el PP y Vox, las grandes empresas, especialmente las energéticas, las petroleras, las gasísticas y las financieras a las que hay que castigar porque son las culpables de la crisis. Junto con Putin, por supuesto. Es una argumentación tan pedestre, tan poco coherente, tan populista que, sin duda, puede contentar a quienes ponen la ideología por encima de la realidad, pero no soluciona ninguno de los problemas de España en estos momentos.
Es cierto que, como dijo también Rufián, "hay que llenar las neveras de la gente" porque ese el problema más importante hoy para millones de familias doblegadas por la inflación, por la subida de la electricidad y sin capacidad de endeudarse. Lo mismo para cientos de miles de empresas y autónomos, ahogados por la covid, la guerra en Ucrania y las cargas impositivas crecientes. Pero eso no se soluciona con transporte de cercanías gratis durante tres meses -sin contar con las comunidades autónomas-; de subir las becas a un millón de estudiantes durante cuatro meses -para contrarrestar la estúpida medida de Ayuso-; o de la formación en robótica o programación desde la escuela infantil a la ESO, que, con matices, parece la única propuesta imaginativa y con visión de futuro. Ni una medida para la España vaciada, ni para las pequeñas y medianas empresas ni para bajar los precios.
No hubo ni un solo debate sobre los asuntos de fondo ni sobre las reformas estructurales que hay que hacer sí o sí. Ni una sola propuesta de encuentro, de consenso en asuntos como la renovación del Tribunal Constitucional o del Poder Judicial, empeñados PSOE y PP en no ceder si no pueden controlar. Ni una idea sobre cómo afrontar la crisis energética -con otro cerrojazo populista al uso de la nuclear- ni sobre las pensiones, la fiscalidad y apenas sobre el fondo del pacto de rentas, que ahora será también de dividendos.
Sánchez ha decidido: está con Unidas Podemos, con ERC -que hizo un ataque directo a la libertad de prensa y de información, a la que el presidente no contestó-, con el PNV y con Bildu -en este debate, más transparente que nunca en el propósito de acabar con la democracia que nació en 1978- y obviando a todos los demás. "Mi compromiso es profundo", "me voy a dejar la piel contra la inflación", "iremos a por todas", "daremos todo y más", son algunas de las expresiones populistas y vacías de contenido de un presidente que apuesta por seguir gastando y por no afrontar ningún consenso real para adoptar, y que duren, las reformas estructurales imprescindibles.