José Javier Terán

El rincón palentino

José Javier Terán


Próximo en la agenda

08/02/2023

Bueno, pues tras esta fiesta de Las Candelas, con la que los palentinos hemos honrado a nuestra patrona, la Virgen de la Calle, a continuación haremos un pequeño parón –momentáneo tan solo- en este aspecto lúdico de los días, hasta que por aquí se asome el alegre y bullanguero tiempo de Carnaval. 
Que no tardará mucho en hacerlo, pues estamos ya a apenas una semana, día más día menos, de meternos de lleno en faena en ese mundo de las máscaras y las mascaritas, de los originales y desenfadados disfraces y de los grandes desfiles de Carnaval a calle llena donde nadie sabe quién es quién, porque los disfraces de todo tipo que se prodigan por doquier y que lucen sus mejores galas, son capaces de distorsionar la realidad hasta límites insospechados.
Y es que en un ambiente así, donde los disfraces más inverosímiles campan a sus anchas, no sabrás nunca al lado de quien desfilas, si es el vecino del quinto vestido de astronauta, o es tu compañera de trabajo disfrazada de pingüino, o acaso tu compañero casual de vinos que luce, digamos, un traje de ejecutivo de alto postín… Y así sucesivamente, en un marchar acompasado a ritmo de las más alegres y pegadizas músicas, en una más que anunciada transformación de la realidad que, por momentos, según sitios y lugares, puede llegar a alcanzar altas dosis de transgresión sobrevenida.
A fin de cuentas, un poco de eso se trata, de transformar la sociedad subvirtiendo el orden establecido y las jerarquías instituidas, para dar cabida a una serie de comportamientos ajenos y actitudes reprimidas de común en el día a día. Y donde los disfraces no serían más que el instrumento para poder hacerlo de incógnito. 
Todo ello, antes de dar paso al tiempo de Cuaresma, saltando así de lo profano a lo sagrado de un día para otro. Pero, además, y en otro orden de cosas, con el pensamiento puesto de vez en cuando en la próxima primavera, que ya se la espera con inmensas ganas; sobre todo en estas últimas jornadas, porque estamos pasando por los días más crudos del invierno. Que viene a recordarnos aquello de que al invierno no se lo come el lobo; vamos, que llegar llega de todas todas.