El arte resistente de Joan Genovés

Agencias
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La Fundación Bancaja acoge una gran retrospectiva de más de seis décadas del autor valenciano, un creador comprometido social y políticamente con el tiempo que vivió

El arte resistente de Joan Genoves

Dos años después de su muerte, el artista valenciano Joan Genovés es reconocido por todo lo alto, como exigía su hijo Pablo, con una gran retrospectiva de su obra en su ciudad natal.

La Fundación Bancaja acoge hasta el próximo 16 de abril una completa trayectoria del pintor, un recorrido por más de seis décadas de su universo artístico, de compromiso social y político con su tiempo y de creación de un lenguaje colectivo que trasciende a nuestros días.

Entre las más de 70 obras que se exponen figura el icónico cuadro El abrazo (1976), de la colección del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía y que se encuentra habitualmente en el Congreso de los Diputados, el lienzo inacabado en el que trabajaba antes de su muerte, en mayo de 2020, y textos inéditos del autor.

El título de la muestra, Joan Genovés, fue además una petición del propio artista, ante su «frustración» por haber perdido su nombre en valenciano con el que era llamado de niño, según relatan sus más allegados.

El recorrido expositivo aborda su trabajo individual -tras su paso por los colectivos como Los Siete (1949), Parpalló (1956) y Hondo (1960)- que inició en los años 60 con el tratamiento de la figura humana en el contexto social y político del momento, y que le acompañó hasta su muerte.

«Juan entiende que el arte no puede llegar a transformar la realidad pero sí cambiar nuestra forma de ver la vida y creó un lenguaje atemporal», destaca la comisaria de la muestra María Toral.

La exposición parte de un escenario oscuro y negro, con cuadros en blanco y negro, un ambiente que ofrece la sensación de «angustia» que reflejó en sus primeras obras, junto a textos inéditos del autor que acercan al visitante al «ser humano» detrás del artista.

De finales de esta etapa es también la obra influenciada por el Pop Art, inundada de colores para denunciar los crímenes de guerra.

En los 80, con la llegada de la democracia, el artista sufrió una etapa de metamorfosis y buscó un lenguaje nuevo con el que llegar al público, con ciudades y hombres en los que sigue experimentando, hasta llegar a los años 2000 en los que crea «multitudes», figuras humanas empequeñecidas, que esconden el trasfondo de «las personas que han sufrido y lo combaten con una apariencia de sencillez», señala la comisaria.

Obras con las que «se adelanta a su tiempo y trazan caminos en los que estamos absolutamente aborregados», añade Toral, y que se explican en sus textos y los títulos de los cuadros.

Pablo Genovés recuerda a su padre como una persona que daba una imagen de «extrovertido» pero que ocultaba un «dolor en su interior muy profundo», que se inició con sus vivencias de niño en la guerra, en su Valencia natal, junto al estadio de Mestalla, que pasó de ser el escenario de su gran afición, el fútbol, a acoger fusilamientos.

De su última etapa destaca que «estaba metido como nunca en la pintura por sí misma», tuvo una vida «muy plena a pesar de todas sus angustias de ser un resistente» y hasta la misma mañana antes de morir estaba trabajando en su estudio.