Carmen Arroyo

La Quinta

Carmen Arroyo


Desde Venezuela

19/01/2023

Desde Venezuela, me escribió Carmen García Guadilla, palentina nacida cerca de donde, se cree, estaba aquel famoso Studium,  debido a un rey y a un obispo, el mismo que Palencia perdió por escasez de dinero, a pesar de que el obispo Don Tello Téllez de Meneses amaba la Cultura y fue generoso. Leyó mi columna: Los judíos, (22-12-2022), y me felicitaba por ella. Carmen, ha recibido numerosas distinciones. (Fue profesora en la Universidad del país al que emigraron sus padres siendo niña). Es autora de la novela El silencio de los abedules, donde mezcla ficción y realidad. Sitúa su obra, en nuestra querida Palencia y en un tiempo glorioso pues se contrataba para la Universidad a los mejores maestros. Narra con maestría que atrapa al lector y en lenguaje ameno y detallista. Ella conoce sobre los judíos mucho más que yo. Y me insta a que siga contando.
No suelo repetir a menudo pero sí me gustaría aclarar que, en Ampudia los judíos fueron bien tolerados por los cristianos y medraban junto a ellos antes de julio de 1492. Pero cuando los Reyes Católicos expulsan del suelo patrio a los miembros de esta raza y religión, ellos se quejan de que los habitantes de esa villa les facían grandes agravios y no les querían pagar por sus bienes muebles y, además, les exigían que pagasen las deudas contraídas, incluso, se quejaban antes de que los plazos hubiesen vencido. Me alegra conocer que nuestro periódico, Diario Palentino, tiene muchos e importantes lectores en Venezuela y también en Argentina, vía digital. En Astudillo habitaron judíos. Lo expone Pilar Tello León quien, con base bien documentada,  nos enseñó mucho sobre vida y costumbres hebraicas. En el fuero de Astudillo, por ejemplo, se mide con el mismo rasero a los dos grupos: «Si hómines de Astudiello mataverint judeos tantum pectent pro illo quantum pro christianos».
La expulsión, lo sabes, querida Carmen, fue injusta y trajo a los españoles mayor pobreza puesto que muchos de nuestros ascendientes eran frailes, hombres de armas y cultivaban la tierra. Pero quedaban por realizar muchas tareas artesanales en las que los judíos eran expertos. Amplio espacio se necesita para hablar de la gran tristeza soportada por aquellos seres empujados al destierro desde la Sefarad amada.