«La de taxista es una profesión sacrificada pero respetable»

Carmen Centeno
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Algunas vértebras acusan su larga vida al volante, pero poco más se puede decir de su estado general de salud, que es bueno en todos los sentidos. Hoy cumple los 82 y hace cuatro días renovó el carnet de conducir por otros tres años

«La de taxista es una profesión sacrificada pero respetable» - Foto: Óscar Navarro

Le hubiera gustado ser futbolista, pero se dio cuenta de que no era bueno en ese campo y prefirió quedarse a la carta de espectador y aficionado. Claro que su verdadero sueño era llevar un camión «por la independencia que da». Al final se quedó en taxista y mantuvo, junto a sus hermanos, el negocio que había levantado su padre. «Y el prestigio que se había ido ganando por trabajar bien y ser serio», apostilla. Empezó en 1963 y acabó cuarenta y dos años, cuatro meses y quince días después. «Es verdad que mi sue ño era ser camionero y que en casa me engañaron un poco diciéndome que me soltara primero con el taxi y que más tarde me comprarían el camión, pero al cabo del tiempo he de decir que no me arrepiento. Si volviera a nacer, volvería a hacer lo mismo y a casarme con la misma mujer y a la misma edad», asevera.


Rafael Polanco Villamayor nació el 28 de noviembre de 1939 en el número 24 de la calle Los Soldados, donde se conserva la casa familiar aunque él ya no viva allí. Fue el pequeño de cinco hermanos -cuatro chicos y una chica- y conoció los años difíciles de la posguerra y los enormes esfuerzos de sus padres por sacarlos adelante. Sin embargo, recuerda con nostalgia la diversión en la calle con el resto de los chavales. «Jugábamos a las pitas y con los tapones de las cervezas», comenta.

 

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