Antonio Álamo

Antonio Álamo


Postre

10/02/2022

El postre es ese alimento, especialmente fruta o dulce, que se sirve como final de una comida. Así lo recoge la Real Academia Española (RAE) y a simple vista parece una buena definición, aunque luego las variables alimenticias y las diferentes costumbres aconsejan mirar con cierta distancia la catalogación porque no todo el mundo recurre a la fruta o al dulce para acabarla. Sin ir más lejos hay quienes prefieren un café, un helado –casi siempre en verano- o incluso un orujo de avellana, brebaje convertido casi en un epílogo gastronómico un tanto peligroso porque consumido en cantidades respetables es capaz de originar desastres irreparables. Incluso la RAE puede quedarse corta porque también hay quienes comparten ambas modalidades.
Pertenezco a este último grupo, el polivalente, aunque en vez de café, helados, orujos y demás yo lo completo con una llamada telefónica que invariablemente recibo al final del condumio. Todos los días laborables hacia las 4 de la tarde, más o menos, suena el teléfono de casa y una amable voz me pregunta por el titular. Ese es mi postre. Luego, cada vez que respondo afirmativamente la digestión empieza a malograrse porque las ofertas de las operadoras de telefonía y comercializadoras de energía eléctrica o suministro de gas van desajustando el estómago hasta convertirlo en un colador. Y eso en el mejor de los casos porque si rechazo las ofertas mis oídos comienzan a ser taladrados con diatribas sobre la capacidad mental del que ha tenido a bien coger el teléfono.
No sirve de nada inscribirse en la lista Robinson. Las jaculatorias a la virgen de la Calle tampoco surten efecto, la del Pilar no me hace caso y la Peregrina está demasiado lejos para atender plegarias. Por otro lado, los juramentos, que se sepa, no ayudan a endulzar postres, todo lo contrario, los amargan. Y para colmo el vudú solo funciona si se emplea con una persona… nunca ha ofrecido resultados dignos con una empresa. Solo queda, pues, recurrir a la ciencia y esperar que una tormenta solar de cierta magnitud deje las comunicaciones del planeta como nuestros estómagos. Y si se mantiene activa durante un par de meses mucho mejor… unos regresarían al método puerta a puerta y otros recuperaríamos la salud.

ARCHIVADO EN: RAE, Ciencia