«La vida en la calle es muy dura, se pasa muy mal»

Carlos H. Sanz
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A Daniel se le empezó a torcer la vida cuando a los 16 años vivió el divorcio de sus padres. «Me fui a vivir con mi madre y me empecé a juntar con amigos», rememora, malas compañías que le llevaron a tener problemas con la bebida y con la ley.

«La vida en la calle es muy dura, se pasa muy mal»

A Daniel se le empezó a torcer la vida cuando a los 16 años vivió el divorcio de sus padres. «Me fui a vivir con mi madre y me empecé a juntar con amigos», rememora, malas compañías que le llevaron a tener problemas con la bebida y con la ley.

«A los 24 años, perdí a mis padres. Estaba preso y me quedé solo», explica este melillense que pasa estos días en el centro de acogida de Cáritas. Su vida ha sido un constante entrar y salir de centros para intentar recuperarse de su adicción. 

«Tuve recaídas, salía y entraba, y esa ha sido mi lucha desde los 30 años, solo, malviviendo», enumera. Daniel relata cómo la «pequeña pensión de minusvalía» que recibe todo los meses le impide siquiera vivir de alquiler. «He estado viviendo en habitaciones de alquiler, pero con las recaídas del alcohol siempre he terminado en la calle», añade. 

«La vida en la calle es muy dura, se pasa muy mal y no se lo deseo a nadie. Y si tienes adicciones, peor todavía», asevera. Por eso, su objetivo es no regresar a esa situación y, por ese motivo también, a sus 44 años, ha decidido volver a pedir ayuda. 

«Tengo 44 años y me tengo que plantear las cosas de forma seria. Por eso estoy aquí, en Palencia,  porque todos los albergues de Cáritas en los que he estado me han ayudado», comenta.

Es su primera vez en estas tierras, porque durante años vagó por Extremadura y Madrid. Las responsables del centro le ponen como ejemplo de alguien que quiere superar sus problemas y él se muestra agradecido. 

«Quiero salir adelante», insiste, aunque también reconoce que «a veces, cuando uno se ve recuperado y bien, se frustran los planes y vuelves a recaer». 

En su voz se le nota convencido de que no habrá próxima vez. En unos días entrará en un centro de Badajoz para recuperarse de su alcoholismo. «Soy joven y tengo que salir adelante. Cada vez que he recaído he aprendido; por eso, creo que este es el momento de decir se acabó», sentencia Daniel a la vez que agradece la ayuda que está recibiendo a cientos de kilómetros de su tierra natal.