Ilia Galán

Ilia Galán


Desde la cueva

27/12/2021

Cantan las noticias la suerte de quien ganó premio y gastó seis mil euros en los comercios capitalinos, para animar al gasto navideño. ¿Es buena idea animar al consumo desenfrenado, sin mirar realmente lo necesitado? Esto es lo que desde Palencia el ayuntamiento y la federación del comercio han entendido como modelo llamativo. Para muchos la navidad ha quedado en un momento de luces y juegos, de regalos y comilonas, que reduce un momento fundamental en la historia de nuestro mundo a un asunto superficial y de materialismo casi puro.
Cuando uno piensa en el Nacimiento que en estas fechas se celebra, el comienzo de nuestra era, descubre cómo se va mutando el significado de una de las más bellas fiestas del planeta, degradándose hoy. El establo donde nace la Luz, señalado por la estrella, es momento donde la Eternidad se posa entera. La celebración del nacimiento de Jesús de Nazaret en un rincón aislado del Mediterráneo Imperio Romano, una aldea apenas irrelevante, entre bestias, pues no hallaron posada, fue en una cueva. Aprovechaban las cuevas los lugareños para guardar el ganado en aquella peña de Belén, pero nos recuerda algo que brilla más todavía que el lenguaje platónico. Para Platón vivimos en una cueva, encerrados, donde las sombras las confundimos con la realidad, pues miramos con los sentidos, con el cuerpo, y no con el alma. Salir no es fácil, pero la verdad está fuera, más allá de lo que los límites corporales nos enseñan. En realidad, la Verdad está dentro de cada uno, pero hay que buscarla, hay que bucear dentro de nuestro interior, pero mirando al más allá con amor, como Teresa de Jesús descubrió... Y a través de lo más sencillo se encuentra, a través del cariño a un niño, donde renacer cada día podemos, a través del afecto a quienes nos rodean, jugando con un animalito, dando de comer, alegrándonos con canciones o villancicos... 
Se ha ido perdiendo esta sabiduría, pero podemos recuperarla. Tal vez sea difícil hallarla en un hogar donde impera la televisión o el ordenador, pero la paz que buscamos quizás la hallemos en un cercano templo o en un paseo en apariencia solitario.