«Los funcionarios damos la cara, los políticos no»

Carmen Centeno
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Nunca se ha callado cuando alguien ponía en cuestión su trabajo o cuando consideraba que algo no se estaba haciendo bien o era claramente mejorable

«Los funcionarios damos la cara, los políticos no» - Foto: Óscar Navarro

Nació nuestro protagonista en la capital burgalesa en 1951, pero no conserva ningún recuerdo porque a los tres meses la familia se trasladó a Venta de Baños. Siguió el periplo, al albur del trabajo de su progenitor, por Ponferrada y San Sebastián. A la Bella Easo llegó Jesús Cembrero Marcet con cuatro años y ahí fue donde empezó su verdadera infancia o, lo que es lo mismo, su memoria vital. «Recuerdo un jardín que había junto a la casa donde vivíamos, en el que jugábamos mucho». 


Recuerda también el atractivo que tenía para los chavales aquel futbolín en el que se podía jugar sin tener que echar dinero y las sesiones dominicales de filminas, en las que iban conociendo el exótico mundo de las misiones. Y quiso ser misionero.


A los trece años fue interno al Seminario Menor de Alzola (Guipúzcoa) y más tarde volvió a su Burgos natal para seguir los estudios sacerdotales en el Seminario Mayor, aunque aquello no cuajó. Quien se soñaba misionero en la adolescencia se supo plenamente civil en la juventud. Aquel fue su salto a una carrera que iba a marcar el resto de su vida, la de Magisterio, que cursó en la Escuela Normal de Palencia, ciudad a la que se habían trasladado sus padres.