«El feminismo debe ser emancipador y buscar la igualdad»

Carmen Centeno
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Nació en Pino de Viduerna en el año 1952 y, como hija de maestro, conoció mudanzas y cambios de pueblo al hilo de los destinos paternos. Se adaptó sin problemas y sus recuerdos de infancia son los de un tiempo feliz y libre, con juegos en la calle

«El feminismo debe ser emancipador y buscar la igualdad» - Foto: Óscar Navarro

Carmen García Colmenares ha sido, es y será una mujer independiente, libre, convencida de que el feminismo debe ser siempre emancipador y luchar por la igualdad. Así lo vivió cuando era estudiante, cuando dedicaba los veranos a trabajar para aligerar la carga de una familia numerosa en la que no sobraba el dinero; también durante sus años de docencia y en sus investigaciones centradas en sacar a la luz a las maestras de la República y a todas esas mujeres, consideradas «gente sin importancia ni interés» y que, sin embargo, mantuvieron en pie pueblos y ciudades mientras los hombres estaban en el frente. 


Y lo vive de igual modo en su vida personal y social porque no basta la intensidad de las manifestaciones, conmemoraciones, debates y homenajes en torno al 8 de marzo. El feminismo y su constante búsqueda y conquista de la igualdad es una cuestión de los 365 días del año. 


Con el tiempo, reconoce que ha aprendido a practicar una especie de «callar selectivo», con el que evita o suaviza los enfrentamientos dialécticos en algunos momentos y situaciones, pero reconoce que le cuesta dejar de ser crítica con muchas de las cosas que ve y con la manera en la que sigue contándose una historia androcéntrica, «en la que las mujeres aparecen casi siempre como víctimas, carentes de interés o caracterizadas por la histeria y el atolondramiento». 


Su acendrado sentido de la justicia apenas le deja momentos de sosiego y sigue indagando en la otra historia, esa real con nombres y apellidos de mujeres, con sus historias personales y colectivas, para sacar a la luz el papel, el valor y la importancia de quienes estuvieron ahí y sufrieron, pero también trabajaron, se organizaron, buscaron la innovación, hicieron muchas cosas «y muy valiosas», sin otra heroicidad que la que imponían las circunstancias, sobre todo las durísimas de la guerra civil y de la posguerra, pero con un lugar en el mundo, que se ha venido silenciando. Como si no existiera o no tuviera trascendencia ninguna.

 

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