«He disfrutado en la mercería y mis clientas me quieren mucho»

Carmen Centeno
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Para Mercedes Morate el mejor sitio del mundo es Mazariegos. Tiene familia y buenos vecinos. Allí juega a la brisca con las amigas, pasea, cuida los geranios, conversa con los paisanos, vive las fiestas y disfruta de todo su tiempo

«He disfrutado en la mercería y mis clientas me quieren mucho» - Foto: Juan Mellado

Es una mujer activa, de esas que no pueden o no saben estar mano sobre mano. Tal vez porque desde muy joven ha trabajado y porque siente que el tiempo nunca pasa en vano y hay que aprovecharlo. 

Es esposa, madre y abuela «a mucha honra», de igual modo que durante treinta y ocho años fue también comerciante y supo vender su mercancía y fidelizar a la clientela. Con el buen trato, con la calidad de los artículos, con la conversación amena y con esa forma de compartir las alegrías y las penas, desde la confianza y la familiaridad que se practicaba en los barrios palentinos, antes de la llegada imparable de las grandes superficies, las franquicias, los comercios superespecializados y un trato más impersonal. 

Se siente orgullosa de haber conservado el afecto de todas sus clientas pese a llevar nueve años jubilada. «Cuando salgo de casa, en vez de ir por otra calle, paso siempre por Balmes, que es donde tuve la mercería, y todas las que me ven, me saludan y me dicen que me echan de menos. Me quieren». 

Claro está que a tratar con la gente y a dar un buen servicio no aprendió cuando se puso al frente de su negocio. Ya sabía lo que era y lo que exigía, pero también lo que gratificaba la atención al público, puesto que había ayudado a su madre en la tienda de ultramarinos de Mazariegos. 

«En mi casa se trabajó muchísimo para mantener en pie los negocios familiares y yo también lo hice». Fue el suyo un aprendizaje útil que, unido a la voluntad y a las ganas de mantenerse activa, le reportó ventas y éxito social.

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