«Me dijeron que se pasaría pero creo que no va a ocurrir»

Jesús Hoyos
-

Delia Pozurama lleva más de 18 meses con secuelas. Un joven de 23 años se encuentra en tratamiento psicológico un año después de su contagio

«Me dijeron que se pasaría pero creo que no va a ocurrir»

«Tengo 23 años y el coronavirus me ha destrozado la vida. Quiero que mi testimonio sirva para concienciar a los jóvenes de que el Covid-19 también nos puede afectar de manera muy seria». Así se pronunciaba hace más de medio año Francisco de la Peña Masa, un joven de 23 años, vecino de Dueñas, que aún sufre las secuelas de haber padecido la enfermedad justo un año después de su contagio.

De la Peña aseguraba entonces que los últimos meses de su vida habían sido «un infierno». Hoy, no se encuentra «nada bien, ni física ni mentalmente». De hecho, el joven apunta que se encuentra en tratamiento psicológico por los efectos colaterales que ha sufrido tras contagiarse de coronavirus.

«Pasan los meses y uno mejora, sí, pero la recaída es aún mayor», señala en declaraciones a Diario Palentino Francisco de la Peña, quien no se ve «con fuerzas para nada» en estos momentos.

Hace unos meses, el eldanense aseguraba haber tomado «todas las precauciones del mundo» para evitar el contagio puesto que su padre es una persona de alto riesgo. Poco después de que le confirmaran el positivo, comenzó a sentir palpitaciones, pitidos de oídos, cansancio extremo o lagunas mentales. Estuvo diez días hospitalizado pero no llegó a ingresar en la UCI, aunque sufrió principios de pericarditis, se le dormían las piernas y la espalda, mientras que sus constantes vitales «se descontrolaron por completo», recordaba. 

Francisco de la Peña quiso lanzar entonces un mensaje a los jóvenes para que no se tomen el Covid-19 a la ligera:«Yo era de los que pensaban que a mí no me  ocurriría nada, y ahora mi vida se ha convertido en una auténtica montaña rusa. Además, no trabajo y no tengo ningún tipo de ayuda».

 

En el hospital. El Covid-19 afectó sobremanera a los especialistas de la salud durante la primera ola de la pandemia. Delia Pozurama Gutiérrez, que trabajaba en la planta Covid del Caupa, se contagió entonces al estar más expuesta.

Pozurama, de 60 años, arrastra las secuelas hasta ahora. «Tengo mucho dolor muscular y duermo mal», asegura. «Cristina [Sánchez, responsable de la consulta post Covid] me dijo que se pasaría poco a poco, pero creo que eso no va a ocurrir. No hay solución, mira el tiempo que llevo», comenta a este periódico.

«He ido a revisiones pero ya no voy a volver. El tratamiento ha sido paracetamol y más paracetamol. Para dormir, una medicación que no solo no me hace nada, sino que me hiperactiva más. He estado mucho tiempo durmiendo dos o tres horas», añade Pozurama.

La trabajadora del hospital pasó el Covid recluida en casa durante tres meses con cuarenta de fiebre. «No quise hospitalizarme, preferí quedarme en casa», asegura Pozurama, quien poco después, hablando con la doctora Sánchez, le derivó a su consulta.

«Es una experiencia que no se la recomiendo a nadie. Hay gente mucho peor todavía, incluidos compañeros del hospital que han estado hasta en la UCI. Yo, por suerte, me valgo por mí misma y puedo ir a trabajar. Y eso que estoy algo mejor, tenía fobia a salir a la calle», concluye.